Los nubarrones comenzaron a formarse en el horizonte, conforme transcurrían los minutos comenzaron a cernirse bajas y pesadas, finalmente las primeras gotas de aquel cielo plomizo atiborraron el Panteón Municipal de la ciudad capital y sobre el ala oriente el nivel del agua inundó gran parte de las sepulturas, formando la zona conocida como “La Laguna”, un punto donde se comenta que incluso, algunos ataúdes se asomaron a la superficie.
Para la comunidad tuxtleca el problema de la sobrepoblación en el Panteón Municipal ha generado molestia, enojo y hasta un negocio redondo.
En entrevista, un enterrador –quien decidió mantener el anonimato para evitar represalias- señaló: “El problema de la sobrepoblación origina que muchos cadáveres sean trasladados a ejidos o incluso a otros municipios. He visto que los dueños de algunos pedazos de tierra hacen su agosto y lucran con la preocupación de las personas”.
Por otro lado, es un secreto a voces que, para obtener una tumba o un espacio para el difunto (quitada a un propietario moroso) se tiene que pagar hasta 18 mil pesos en el Ayuntamiento municipal y si se quiere hacer directamente con el dueño en forma de traspaso, puede costar casi cien mil pesos, dependiendo del área.
El panteón está dividido en zonas, obviamente la preferente es en la entrada y donde reconocidas personas en la cultura y política tienen sus sepulturas, y de ahí se desglosa en 2ª, 3ª, 4ª y “La Laguna”, lugar para personas de clase baja y que en temporadas de precipitaciones se inunda al grado de que Protección Civil tiene que intervenir.
“Vimos casos en años pasados, que las lluvias torrenciales formaron boquetes, en los cuales se podían observar las cajas y algunos restos óseos.
Eso hasta la fecha, lo siguen comentando los tuxtlecos pues generó conmoción, debido a esos graves daños, el Ayuntamiento municipal efectuó canales de desfogue, para evitar que se concentrara el agua en el panteón, pero cuando llueve se sigue formando ‘La Laguna’.
También las malas condiciones del panteón San Marcos provocaban inundaciones al grado de que el agua escarbaba la tierra y se hacían visibles los restos. El gobierno municipal tuvo que levantar una pared para que la situación no volviera a suceder. Es lo que comentan los compañeros cuando de repente nos sentamos a platicar de la chamba”, agregó el enterrador.
LOS MENESTEROSOS SON LOS MÁS VULNERABLES
Para la pastora Hilda Espinosa de Arévalo, fundadora del Centro de Consuelo y Habilitación Penetrando la Oscuridad, ha sido difícil darles cristiana sepultura a los desprotegidos, a los “sin identidad” como les dice ella.
“Para las personas en situación de calle, brindarles una cristiana sepultura ha sido difícil pues aparte de que los panteones están llenos, no existe un certificado de defunción y tampoco una identidad, pero vemos la manera de que estos individuos sean sepultados. Es correr contra el reloj”, detalló.
Un ejemplo de esta situación ocurrió el 7 de noviembre de 2018 cuando un indigente fue llevado de urgencia al hospital “Dr. Jesús Gilberto Gómez Maza” y al ser intervenido lamentablemente perdió la vida. Se trataba de un hombre, de 50 años aproximadamente, quien no tenía familiares y tampoco había sido identificado.
El hospital se comunicó con la Fiscalía General del Estado y solicitó el apoyo de los peritos para que hicieran las diligencias y posteriormente levantaran el cuerpo. Sin embargo, debido al nuevo protocolo, los servidores públicos no pudieron llevarse el cadáver, ya que su muerte había sido natural. Así que el cuerpo permaneció en el nosocomio durante varios días y se le tuvo que inyectar líquidos para que pudiera conservarse y de esta forma evitar que se propagara una infección o una enfermedad en los pacientes.
El cuerpo fue llevado a un ejido donde le brindaron una cristiana sepultura, aunque para ello ya habían transcurrido casi ocho días.
“Es complicado brindarle a un indigente un trato digno, incluso hasta en su muerte, pues sólo por su condición pareciera convertirse en un lastre social, un problema para las instancias gubernamentales o de justicia, son muchas las dificultades, pero con la bendición de Dios hemos podido ayudarlos y darles un entierro digno” concluyó Hilda Espinosa.
Debido a que los cementerios municipales, en este caso el Panteón Municipal y el Jardín San Marcos, así como los ejidales de Terán y Plan de Ayala, están saturados, existen los de tipo privado.
Sin embargo, los costos llegan a los casi 60 mil pesos y con una estancia de cinco años, por lo que al culminar con ese tiempo, los gerentes se comunican con el cliente y le indican que, si no acude para recibir los restos de su ser querido lo colocaran en nichos para urnas y el costo también se habrá agregado a su cuenta, generando así nuevos ingresos económicos para el panteón, aunque si cubren la deuda y pagan para otros 6 años no habría ningún problema.
“Ahorita venimos trabajando los entierros en forma de gavetas, para que en un hueco entren hasta tres cuerpos, con la finalidad de ahorrar espacios.
Cuando le damos cristiana sepultura a una persona, les colocamos encima una especie de loza y comenzamos a colocar paredes de concreto para que, si en dado caso se adelanta otro familiar tenga un espacio digno y no se compliquen la existencia”, destacó el enterrador.
Aun así, la situación es crítica y en algún momento de la historia la administración pasada ahondó en un nuevo panteón; no obstante, hasta este momento no ha habido ningún avance.