Se derrumbó. Pudo tomar a su cachorro entre susbrazos y huir antes de quedar sepultado entre maderas y tejascorroídas por el tiempo en el barrio San Roque.
La lluvia cae a prisa en la ciudad capital y lasréplicas sísmicas mantienen en la incertidumbre y zozobra a laciudadanía; no así, Humberto Díaz Morales, de 85 años de edad,quien vive únicamente con su perrito de cinco meses, sobre laprivada de la 8ª Oriente y 5ª Sur.
Con un lazo de plástico atado al cuello del animal ysentado en el patio, yacía Humberto, de complexión delgada,cabellos ensortijados y canos. Cansado, contemplaba la lluvia y losrelámpagos que por ratos iluminaban el cielo plomizo y loestremecían.
Sin embargo, esa tranquilidad fue cortada de tajo; unestruendoso sonido y el tamboreo del suelo hizo que su vivienda decasi 100 años comenzara a cuartearse.
[caption id="attachment_159681" align="aligncenter"width="1152"] LA ZONA fue acordonada para evitar accidentes.(FOTO:Hugo Sánchez)[/caption]
No lograba entender lo que sucedía hasta queobservó una delgada fisura en la pared que da al patio trasero;ésta rápidamente se ensanchó. Pronto, observó que los muroscolapsaban, y caían a su paso decenas de tejas y vigas que seestrujaban como huesos descalcificados.
Sombrío y silencioso fue aquella oscuridad queenvolvía la destrucción demoledora de la naturaleza. Entre lapolvareda y sus pertenencias, Humberto tomó entre sus brazos a sumascota y salió hacia la privada, en donde estaban sus vecinos,quienes se quedaron asombrados y temerosos de la realidad.
Minutos después de las 20:00 horas, acudieronelementos de Protección Civil municipal a valorar la escena y enseguida acordonaron el lugar. Un lamento sofocado emanó de lagarganta del anciano, por lo que unos habitantes lo sentaron en unasilla de plástico y le dieron un poco de agua.
“Vivo solo. Solo con mi perrito. No tengo a nadie.Ayúdenme por favor”, musitó con una voz entrecortada y con lamirada fija en su única propiedad. Sus manos temblaban y susdientes rechinaban, donde exponía una profunda tristeza.
[caption id="attachment_159682" align="aligncenter"width="1152"] EL ANCIANO fue rescatado con heridas leves.(FOTO:Hugo Sánchez)[/caption]
Aquella lluvia intensa cubrió de nuevo la casa; laira de la naturaleza floreció en la brevedad y hundió elpretérito que hizo esconder a las personas en sus guaridas.
En un santiamén levantaron al anciano de la sillapara refugiarlo temporalmente con su vecino de al lado, dondeesperaría con anhelo a que el furor torrencial disminuyera para ira recoger sus ropas, papeles, fotografías añejas de las paredescolapsadas y toneladas de escombros.
“El sol saldrá mañana y podré despolvar miscosas”, acotó el hombre canoso, secándose algunas lágrimas quesurcaban sus mejillas y tomando con fuerza a su fiel cuadrúpedoamigo.