/ miércoles 6 de septiembre de 2023

La universidad necesita una transformación: Imanol Ordorika

El exdirigente estudiantil durante la huelga de 1987 en la UNAM dice que es momento que esta sea dirigida por la izquierda


Es momento de que en la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) llegue alguien de la izquierda universitaria para impulsar el cambio o transformación institucional, dice Imanol Ordorika Sacristán, exdirigente del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) —que llevó a la huelga a la universidad en 1987— , y que aspira a ocupar el cargo de rector para el periodo 2023-2027.

El Sol de México lo entrevistó en la oficina de la Dirección General de Evaluación Institucional, ubicada atrás del estadio de CU, en donde es titular.

Te puede interesar: Relevo en la UNAM: rector será elegido por junta con mayoría de científicos y mujeres

A pesar de que transcurrieron 38 años de aquel movimiento estudiantil que dio marcha atrás a la reforma que pretendía el incremento de cuotas y acabar con el pase automático a la licenciatura, el exlíder Ordorika conserva algunas de esas demandas, posturas críticas y se define como externo a los candidatos de grupos del poder universitario.



Plantea un programa de siete puntos: recuperar la centralidad de los estudiantes y la docencia, eliminar los desequilibrios en la infraestructura, atender los problemas de género y erradicar la violencia, así como las desigualdades entre el personal de asignatura, la inseguridad y las formas de gobierno.

“Reducir las prebendas de la burocracia universitaria e impulsar el ejercicio de la autonomía y de una institución nacional”.

Cuestiona que el proceso que encabezará la Junta de Gobierno no sea transparente ni rinda cuentas a los universitarios y pide que se escuche la opinión del presidente Andrés Manuel López Obrador como egresado, pero sin “darle el peso de una indicación presidencial, sino de una opinión” durante el proceso del relevo en la Rectoría.

El Consejo Estudiantil Universitario se creóen 1986 para protestar contra el aumento de cuotas y la eliminación del pase automático en la UNAM

¿Es momento de un rector o rectora de la izquierda universitaria?

Yo creo que sí. Creo que es momento de que haya una Rectoría que pueda ir un poco más allá en sus propuestas de cambio, de lo que en su momento intentó Pablo González Casanova. Sí es momento de esta posibilidad. Alguien decía que sería la primera vez que un exdirigente estudiantil pudiera llegar a la Rectoría; de alguna manera Jorge Carpizo (exrector 1985-1989), fue no un dirigente, pero sí un activista estudiantil contra la huelga de 1966 que lo logró.

¿Quiénes se disputan la universidad?

Son los tres médicos que ocuparon la rectoría, vienen de la misma preparatoria, siguen siendo amigos, son colegas, tienen la misma profesión. Ellos son un bloque: Juan Ramón de la Fuente, José Narro y Enrique Graue son un bloque, van a ejercer una enorme influencia sobre lo que decida la Junta de Gobierno, o van a tratar de influir en la Junta.

José Sarukhán también va a incidir en el sector de la investigación científica. Lo característico de estas personas es su intención de mantener las cosas como están, que la Rectoría siga funcionando como cuando fueron rectores, que la Junta siga siendo igual, que la persona que queda en Rectoría siga una idea de inmovilidad, no cambio, inercia y conservadurismo.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Cómo ve la relación con el presidente Andrés Manuel López Obrador?

A veces se llega a la confrontación porque no hay claridad en los planteamientos de las partes. Creo que si el gobierno federal tenía expectativas de actuación de la universidad en tal o cual dirección podía haber sido explícito en estas ideas y podía haberse discutido en el conjunto de la universidad… No hace falta subordinarse al gobierno federal. No puede haber una persona en la Rectoría que esté subordinada y sujeta a los intereses, a las opiniones, a las posturas de cualquier persona en el gobierno federal. Esté quien esté en la presidencia de la República.

¿Y cómo tendría que ser la relación con el Presidente?

El Presidente es muy abierto, tiene dichos peculiares en el sentido de que él siempre dice lo que cree y no hace falta desbordarse desde la Rectoría. Pero también hay que tener disposición con respeto y firmeza, al mismo tiempo decir lo que se piensa desde la Universidad. El rector no puede asumirse como representante de sí mismo, tiene que ser capaz de reconocer que al interior hay expresiones y su reto es lograr expresar esa diversidad.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿La Junta debe escuchar al presidente AMLO en su papel de exuniversitario?

Me imagino que la Junta de Gobierno escucha de manera formal o informal a muchas personas. Me imagino que el presidente podría, en esa condición, aunque no creo que lo vaya a hacer. Pero podría ser hipotéticamente posible y la Junta tendría que darle no el peso de una indicación presidencial, sino de una opinión. Pueden no gustarnos las opiniones del Presidente, podemos no coincidir en su visión sobre la universidad, pero como cualquier otra persona en el país tiene derecho a dar su opinión y nosotros tenemos derecho a discutir su opinión. La opinión en sí, yo creo que no es injerencia. Injerencia es si intenta imponer esa opinión a la Junta o si intenta hacer una modificación normativa en la universidad, eso es injerencia.

¿Qué se puede esperar de la Junta en el proceso?

Yo esperaba que la Junta de Gobierno tuviera más sensibilidad a una petición extendida de universitarios por generar participación y transparencia. La Junta ha extendido el plazo, pero vuelve a hacer procedimientos excluyentes que son, por ejemplo: se dividen en cinco comisiones que operarán desde Ciudad Universitaria, hay que venir a visitarlas desde la FES Cuautitlán, desde el CCH Oriente, desde Ensenada, la ENES León.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

Además, la Junta se reserva totalmente el derecho de sopesar, de decantar todas las opiniones que reciba en el secreto más absoluto, no sabemos qué ocurre adentro, no sabemos qué se discute en las reuniones. No sabemos cómo se va a hacer el primer filtro, a qué criterios va a obedecer y, finalmente, no sabremos ni siquiera cuál fue la votación con la que se nombró a las personas que habrá de continuar rumbo a la Rectoría.

Hay requisitos no escritos, uno de ellos que quien es designado debe tener como antecedente haber estado en la dirección de escuela, facultad o instituto ¿Eso no lo descarta en el inicio?

Hay requisitos no escritos como por ejemplo que nunca ha habido una mujer, había un requisito no escrito que decía tiene que ser hombre. Había requisitos no escritos en algún momento dado de que a fuerza tenía que ser un abogado, un ingeniero o un médico. No están escritos, no es legal. No es una cuestión establecida, es un abuso de poder para mantener las condiciones de dominación de los grupos que han sido hegemónicos en la universidad. Esos requisitos no escritos están para ser erradicados por completo. Creo que hay que hacer un llamado a la junta de Gobierno para que no haya más que los requisitos establecidos en la legislación. También hay un requisito, no escrito, de que no puede haber (en la Rectoría) nadie que sea de la izquierda universitaria.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

Hoy la Junta está integrada, en su mayoría, por mujeres ¿qué puede significar eso?

Casi todas ellas han sido sensibles, pero no volcadas a los problemas de género de la universidad. De hecho, ha realizado nombramientos de mujeres y hombres en escuelas y facultades en atención al consenso de las comunidades. La Junta tiene, además de mujeres, un enorme peso del sector de investigación científica, con una visión de primer mundo que coexisten al interior de la universidad.

¿Cómo llega Imanol Ordorika a esta aspiración de ser rector?

En buenas condiciones, con acumulación de experiencia y conocimiento universitario porque combina la experiencia de un estudiante participativo, en momentos decisorios de la vida universitaria: el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario y el Congreso Universitario. Eso me condujo a estudiar la educación superior en México y a la UNAM. Además de 15 años de estar al frente de la dirección General de Evaluación Institucional. Es un perfil completo y difícil de igualar.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Qué ha cambiado entre el estudiante Imanol y el funcionario universitario?

Los momentos son distintos, los tiempos y el papel que jugamos es diferente. Yo era un estudiante que representaba a miles de estudiantes en la UNAM, me dirigía a ellos en el contexto de la movilización. En el Congreso Universitario había una lógica más propositiva. Si alguien recuerda el debate central del Congreso que fue sobre la Ley Orgánica fue entre el hoy exrector José Narro, como secretario general de la UNAM y yo planteando un cambio en la Ley. Hoy mi participación hará que tenga que enfatizar las propuestas y el diagnóstico de los problemas que veo, quizás hay un elemento de continuidad es la pasión y la defensa de la universidad, de su autonomía, de su gratuidad.

¿Qué demandas conserva de aquellos años como líder estudiantil?

La idea de que la universidad y la educación superior es gratuita es algo que está en el artículo tercero constitucional y demuestra que fueron triunfantes, ahora hay que ponerlos en práctica en la UNAM de manera inmediata. La necesidad de ampliar la participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones y en el nombramiento de autoridades, también es vigente y se puede hacer en el marco de la ley actual. A diferencia de como se presentaba la discusión en el año 90, el objetivo no es la ley sino la transformación de la UNAM, dentro de la universidad como se hizo en 1944 en un Consejo Universitario Constituyente.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Hay que meter a la universidad en el proceso de transformación?

Sí y eso está en juego en la sucesión de rector.

En el contexto nacional, ¿la UNAM necesita una cuarta transformación?

La universidad necesita una transformación largamente esperada que ha pasado mucho tiempo y hemos dejado que la inercia y la defensa del estado actual de las cosas no nos permite cambiar, que necesitamos atender temas desde antes. No necesitamos una sucesión de cambios, sino que lo que le hace falta a la institución.

No se trata de reviviral CEU, tuvo un ciclohistórico, nos marcócomo generación, pero noexiste en este momento

Imanol Ordorika Sacristán, exdirigente del Consejo Estudiantil Universitario (CEU)



¿Cuáles son los temas centrales de aquel movimiento estudiantil, vigente que se deben presentar ante la Junta de Gobierno?

Un tema central en los últimos 40 años es la construcción de la universidad de investigación, que es exitosa, con frutos positivos. Esa apuesta estratégica tiene implicaciones al colocar a los estudiantes y a la docencia en un segundo plano. Hay una estratificación de la universidad en términos de sus funciones, cuando en realidad somos una universidad que forma profesionistas, científicos y artistas. En un recorrido por los centros e institutos de investigación estamos en una institución de primer mundo, mientras que en las facultades, preparatorias o CCH la infraestructura está deteriorada. En aquellos años planteamos la importancia de recuperar la centralidad del estudiantado, esta es la parte central del proyecto de cambio para la universidad

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Cambio o transformación?

Yo uso la palabra cambio, por la carga simbólica de la cual es importante tomar conocimiento, tenerla como referente y plantear la naturaleza de los cambios que se tienen que dar en la universidad.

¿La aspiración a la rectoría es un proyecto individual?

No es solo un proyecto individual sino colectivo de académicos de diferentes generaciones, estudiantes y trabajadores, capaces de construir una opinión colectiva en la dirección de que es necesario el cambio.

En este momento vemos a varios de aquellos exlíderes universitarios en espacios de poder de la política ¿es el momento del CEU al poder como decía una de las consignas?

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Si se ve como un tema generacional sí se puede ver que quienes fuimos parte de esa generación estamos en la edad, trayectoria y oportunidad de aspirar a distintos cargos de responsabilidad pública en diferentes ámbitos. No quiere decir que hay un sello. El CEU fue una experiencia, dejó una manera de pensar la política universitaria y nacional, enfatizando el diálogo y el ejercicio de los derechos a la libre expresión de ideas, la manifestación pacífica, la argumentación fundada. Han pasado más de 30 años de eso y hemos hecho algo más.

Algunos fueron a estos espacios de la cuestión electoral, otras en el ejercicio de la política compitiendo en candidaturas. No se trata de revivir al CEU, tuvo un ciclo histórico, nos marcó como generación, pero no existe en este momento. Muestra que al interior tenía diversidad, funcionarios priístas, del INE, integrados en Morena y los que permanecemos en la universidad y acompañamos a (Cuauhtémoc) Cárdenas en 1988 y otros, que nos hemos ajustado a los contextos históricos. Aquello no fue un jugueteo juvenil, sino que con mucha seriedad le planteó al país una manera de hacer política.


Es momento de que en la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) llegue alguien de la izquierda universitaria para impulsar el cambio o transformación institucional, dice Imanol Ordorika Sacristán, exdirigente del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) —que llevó a la huelga a la universidad en 1987— , y que aspira a ocupar el cargo de rector para el periodo 2023-2027.

El Sol de México lo entrevistó en la oficina de la Dirección General de Evaluación Institucional, ubicada atrás del estadio de CU, en donde es titular.

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A pesar de que transcurrieron 38 años de aquel movimiento estudiantil que dio marcha atrás a la reforma que pretendía el incremento de cuotas y acabar con el pase automático a la licenciatura, el exlíder Ordorika conserva algunas de esas demandas, posturas críticas y se define como externo a los candidatos de grupos del poder universitario.



Plantea un programa de siete puntos: recuperar la centralidad de los estudiantes y la docencia, eliminar los desequilibrios en la infraestructura, atender los problemas de género y erradicar la violencia, así como las desigualdades entre el personal de asignatura, la inseguridad y las formas de gobierno.

“Reducir las prebendas de la burocracia universitaria e impulsar el ejercicio de la autonomía y de una institución nacional”.

Cuestiona que el proceso que encabezará la Junta de Gobierno no sea transparente ni rinda cuentas a los universitarios y pide que se escuche la opinión del presidente Andrés Manuel López Obrador como egresado, pero sin “darle el peso de una indicación presidencial, sino de una opinión” durante el proceso del relevo en la Rectoría.

El Consejo Estudiantil Universitario se creóen 1986 para protestar contra el aumento de cuotas y la eliminación del pase automático en la UNAM

¿Es momento de un rector o rectora de la izquierda universitaria?

Yo creo que sí. Creo que es momento de que haya una Rectoría que pueda ir un poco más allá en sus propuestas de cambio, de lo que en su momento intentó Pablo González Casanova. Sí es momento de esta posibilidad. Alguien decía que sería la primera vez que un exdirigente estudiantil pudiera llegar a la Rectoría; de alguna manera Jorge Carpizo (exrector 1985-1989), fue no un dirigente, pero sí un activista estudiantil contra la huelga de 1966 que lo logró.

¿Quiénes se disputan la universidad?

Son los tres médicos que ocuparon la rectoría, vienen de la misma preparatoria, siguen siendo amigos, son colegas, tienen la misma profesión. Ellos son un bloque: Juan Ramón de la Fuente, José Narro y Enrique Graue son un bloque, van a ejercer una enorme influencia sobre lo que decida la Junta de Gobierno, o van a tratar de influir en la Junta.

José Sarukhán también va a incidir en el sector de la investigación científica. Lo característico de estas personas es su intención de mantener las cosas como están, que la Rectoría siga funcionando como cuando fueron rectores, que la Junta siga siendo igual, que la persona que queda en Rectoría siga una idea de inmovilidad, no cambio, inercia y conservadurismo.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Cómo ve la relación con el presidente Andrés Manuel López Obrador?

A veces se llega a la confrontación porque no hay claridad en los planteamientos de las partes. Creo que si el gobierno federal tenía expectativas de actuación de la universidad en tal o cual dirección podía haber sido explícito en estas ideas y podía haberse discutido en el conjunto de la universidad… No hace falta subordinarse al gobierno federal. No puede haber una persona en la Rectoría que esté subordinada y sujeta a los intereses, a las opiniones, a las posturas de cualquier persona en el gobierno federal. Esté quien esté en la presidencia de la República.

¿Y cómo tendría que ser la relación con el Presidente?

El Presidente es muy abierto, tiene dichos peculiares en el sentido de que él siempre dice lo que cree y no hace falta desbordarse desde la Rectoría. Pero también hay que tener disposición con respeto y firmeza, al mismo tiempo decir lo que se piensa desde la Universidad. El rector no puede asumirse como representante de sí mismo, tiene que ser capaz de reconocer que al interior hay expresiones y su reto es lograr expresar esa diversidad.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿La Junta debe escuchar al presidente AMLO en su papel de exuniversitario?

Me imagino que la Junta de Gobierno escucha de manera formal o informal a muchas personas. Me imagino que el presidente podría, en esa condición, aunque no creo que lo vaya a hacer. Pero podría ser hipotéticamente posible y la Junta tendría que darle no el peso de una indicación presidencial, sino de una opinión. Pueden no gustarnos las opiniones del Presidente, podemos no coincidir en su visión sobre la universidad, pero como cualquier otra persona en el país tiene derecho a dar su opinión y nosotros tenemos derecho a discutir su opinión. La opinión en sí, yo creo que no es injerencia. Injerencia es si intenta imponer esa opinión a la Junta o si intenta hacer una modificación normativa en la universidad, eso es injerencia.

¿Qué se puede esperar de la Junta en el proceso?

Yo esperaba que la Junta de Gobierno tuviera más sensibilidad a una petición extendida de universitarios por generar participación y transparencia. La Junta ha extendido el plazo, pero vuelve a hacer procedimientos excluyentes que son, por ejemplo: se dividen en cinco comisiones que operarán desde Ciudad Universitaria, hay que venir a visitarlas desde la FES Cuautitlán, desde el CCH Oriente, desde Ensenada, la ENES León.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

Además, la Junta se reserva totalmente el derecho de sopesar, de decantar todas las opiniones que reciba en el secreto más absoluto, no sabemos qué ocurre adentro, no sabemos qué se discute en las reuniones. No sabemos cómo se va a hacer el primer filtro, a qué criterios va a obedecer y, finalmente, no sabremos ni siquiera cuál fue la votación con la que se nombró a las personas que habrá de continuar rumbo a la Rectoría.

Hay requisitos no escritos, uno de ellos que quien es designado debe tener como antecedente haber estado en la dirección de escuela, facultad o instituto ¿Eso no lo descarta en el inicio?

Hay requisitos no escritos como por ejemplo que nunca ha habido una mujer, había un requisito no escrito que decía tiene que ser hombre. Había requisitos no escritos en algún momento dado de que a fuerza tenía que ser un abogado, un ingeniero o un médico. No están escritos, no es legal. No es una cuestión establecida, es un abuso de poder para mantener las condiciones de dominación de los grupos que han sido hegemónicos en la universidad. Esos requisitos no escritos están para ser erradicados por completo. Creo que hay que hacer un llamado a la junta de Gobierno para que no haya más que los requisitos establecidos en la legislación. También hay un requisito, no escrito, de que no puede haber (en la Rectoría) nadie que sea de la izquierda universitaria.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

Hoy la Junta está integrada, en su mayoría, por mujeres ¿qué puede significar eso?

Casi todas ellas han sido sensibles, pero no volcadas a los problemas de género de la universidad. De hecho, ha realizado nombramientos de mujeres y hombres en escuelas y facultades en atención al consenso de las comunidades. La Junta tiene, además de mujeres, un enorme peso del sector de investigación científica, con una visión de primer mundo que coexisten al interior de la universidad.

¿Cómo llega Imanol Ordorika a esta aspiración de ser rector?

En buenas condiciones, con acumulación de experiencia y conocimiento universitario porque combina la experiencia de un estudiante participativo, en momentos decisorios de la vida universitaria: el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario y el Congreso Universitario. Eso me condujo a estudiar la educación superior en México y a la UNAM. Además de 15 años de estar al frente de la dirección General de Evaluación Institucional. Es un perfil completo y difícil de igualar.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Qué ha cambiado entre el estudiante Imanol y el funcionario universitario?

Los momentos son distintos, los tiempos y el papel que jugamos es diferente. Yo era un estudiante que representaba a miles de estudiantes en la UNAM, me dirigía a ellos en el contexto de la movilización. En el Congreso Universitario había una lógica más propositiva. Si alguien recuerda el debate central del Congreso que fue sobre la Ley Orgánica fue entre el hoy exrector José Narro, como secretario general de la UNAM y yo planteando un cambio en la Ley. Hoy mi participación hará que tenga que enfatizar las propuestas y el diagnóstico de los problemas que veo, quizás hay un elemento de continuidad es la pasión y la defensa de la universidad, de su autonomía, de su gratuidad.

¿Qué demandas conserva de aquellos años como líder estudiantil?

La idea de que la universidad y la educación superior es gratuita es algo que está en el artículo tercero constitucional y demuestra que fueron triunfantes, ahora hay que ponerlos en práctica en la UNAM de manera inmediata. La necesidad de ampliar la participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones y en el nombramiento de autoridades, también es vigente y se puede hacer en el marco de la ley actual. A diferencia de como se presentaba la discusión en el año 90, el objetivo no es la ley sino la transformación de la UNAM, dentro de la universidad como se hizo en 1944 en un Consejo Universitario Constituyente.

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Hay que meter a la universidad en el proceso de transformación?

Sí y eso está en juego en la sucesión de rector.

En el contexto nacional, ¿la UNAM necesita una cuarta transformación?

La universidad necesita una transformación largamente esperada que ha pasado mucho tiempo y hemos dejado que la inercia y la defensa del estado actual de las cosas no nos permite cambiar, que necesitamos atender temas desde antes. No necesitamos una sucesión de cambios, sino que lo que le hace falta a la institución.

No se trata de reviviral CEU, tuvo un ciclohistórico, nos marcócomo generación, pero noexiste en este momento

Imanol Ordorika Sacristán, exdirigente del Consejo Estudiantil Universitario (CEU)



¿Cuáles son los temas centrales de aquel movimiento estudiantil, vigente que se deben presentar ante la Junta de Gobierno?

Un tema central en los últimos 40 años es la construcción de la universidad de investigación, que es exitosa, con frutos positivos. Esa apuesta estratégica tiene implicaciones al colocar a los estudiantes y a la docencia en un segundo plano. Hay una estratificación de la universidad en términos de sus funciones, cuando en realidad somos una universidad que forma profesionistas, científicos y artistas. En un recorrido por los centros e institutos de investigación estamos en una institución de primer mundo, mientras que en las facultades, preparatorias o CCH la infraestructura está deteriorada. En aquellos años planteamos la importancia de recuperar la centralidad del estudiantado, esta es la parte central del proyecto de cambio para la universidad

Foto: Daniel Galneana /El Sol de México

¿Cambio o transformación?

Yo uso la palabra cambio, por la carga simbólica de la cual es importante tomar conocimiento, tenerla como referente y plantear la naturaleza de los cambios que se tienen que dar en la universidad.

¿La aspiración a la rectoría es un proyecto individual?

No es solo un proyecto individual sino colectivo de académicos de diferentes generaciones, estudiantes y trabajadores, capaces de construir una opinión colectiva en la dirección de que es necesario el cambio.

En este momento vemos a varios de aquellos exlíderes universitarios en espacios de poder de la política ¿es el momento del CEU al poder como decía una de las consignas?

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Si se ve como un tema generacional sí se puede ver que quienes fuimos parte de esa generación estamos en la edad, trayectoria y oportunidad de aspirar a distintos cargos de responsabilidad pública en diferentes ámbitos. No quiere decir que hay un sello. El CEU fue una experiencia, dejó una manera de pensar la política universitaria y nacional, enfatizando el diálogo y el ejercicio de los derechos a la libre expresión de ideas, la manifestación pacífica, la argumentación fundada. Han pasado más de 30 años de eso y hemos hecho algo más.

Algunos fueron a estos espacios de la cuestión electoral, otras en el ejercicio de la política compitiendo en candidaturas. No se trata de revivir al CEU, tuvo un ciclo histórico, nos marcó como generación, pero no existe en este momento. Muestra que al interior tenía diversidad, funcionarios priístas, del INE, integrados en Morena y los que permanecemos en la universidad y acompañamos a (Cuauhtémoc) Cárdenas en 1988 y otros, que nos hemos ajustado a los contextos históricos. Aquello no fue un jugueteo juvenil, sino que con mucha seriedad le planteó al país una manera de hacer política.

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