El Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), dependencia que llegó a encarnar la filosofía de la Cuarta Transformación, se debate hoy entre la intrascendencia y la insolvencia financiera, afirmó su director fundador, Ricardo Rodríguez Vargas, en entrevista con El Sol de México.
A unos días de que concluya el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador y comience la gestión de la presidenta electa Claudia Sheinbaum, no se ha aclarado si habrá continuidad en la entidad que se encarga, entre otras cosas, de subastar los bienes incautados a los criminales para destinar esos fondos a causas sociales.
“Yo creo que en la actualidad el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado es una de las entidades más endeudadas de la administración pública”, sostuvo Rodríguez Vargas, quien dirigió el organismo durante el primer año de funcionamiento, entre mayo de 2019 y junio de 2020.
“Basta con comparar los adeudos que acumula cada año el Indep por concepto de vigilancia, evaluación, logística para las subastas y los costos de despachos de abogados, con los ingresos que obtuvo por las subastas; yo creo que estamos hablando de un tres a uno o incluso de un cuatro a uno”, detalló Rodríguez.
El exdirector del Indep dijo que, con la actual situación financiera, el instituto será un lastre para la próxima administración federal, por lo que aconsejó hacerle una “cirugía mayor” a las finanzas del organismo que fue considerado como un nuevo Chucho el Roto, en alusión al personaje que solía estafar a los ricos para dar el dinero a los pobres.
Entre los factores que llevaron al Indep a manejarse en números rojos, Rodríguez Vargas mencionó la injerencia del secretario particular del presidente López Obrador, Alejandro Esquier, quien en los hechos es el verdadero director del instituto y, aseguró, nunca entendió que los bienes ofertados en las subastas no son “artículos de Liverpool” que podían venderse a precio de mercado, sino que son bienes provenientes de la delincuencia que tienen una situación legal compleja.
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“Yo creo que el ingeniero Esquer tenía una injerencia muy fuerte, pero no tenía un sentido de eficiencia, de una administración pública diáfana”, opinó Rodríguez.
—¿Considera usted que la próxima Presidenta debe darle continuidad al Instituto?
—Yo creo que sí, pero pienso que debe replantear el modelo. Es decir, el Indep no puede seguir siendo un barril sin fondo, cuyos recursos se gastan principalmente en administrar los bienes y no en dárselos a las comunidades que más lo necesitan.
—¿Nos está diciendo que está saliendo más caro el caldo que las albóndigas?
—No tengo la menor duda. El administrar una cantidad muy grande de bienes, el almacenarlos y vigilarlos, el meterlos a subasta, todo eso tiene un costo elevado. A eso hay que sumar que el Indep está a cargo de empresas en liquidación como Ferronales, Luz y Fuerza del Centro, el Consejo Mexicano de Turismo, Pro México, y el último creo que fue Financiera Rural.
—Si las subastas no alcanzan para costear todo eso, ¿de dónde salen los recursos?
—De transferencias y subsidios de la Secretaría de Hacienda, pero son recursos que quizás harían más falta para los programas sociales; se está fondeando un Indep que quizás llegue a un punto de terapia intensiva, porque está sumamente endeudado.
Horas bajas
Creado a principios de 2019 en sustitución del Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE), el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado tiene la consigna de comercializar los bienes confiscados por la Fiscalía General de la República con el fin de canalizar dichos recursos a comunidades con altos niveles de marginación a través de obras de infraestructura o de los llamados Tianguis del Bienestar.
Además de vender residencias, automóviles, equipo electrónico y demás bienes incautados al crimen, el Indep también está cargo de los procesos de liquidación de empresas improductivas del Estado, lo que implica, entre otras cosas, el pago de pensiones a los empleados que formaban parte de ellas.
Durante su primer año, el Indep cobró notoriedad no sólo por vender lujosas residencias, automóviles y relojes que habían pertenecido a célebres delincuentes, sino por el impulso que le dio el presidente López Obrador en sus conferencias mañaneras como una de las herramientas para retribuir a las poblaciones más pobres.
Sin embargo, la estrella del nuevo organismo se apagó con la dimisión de Rodríguez, en junio de 2020, y la de Jaime Cárdenas, tres meses después. En su carta de renuncia, Cárdenas ventiló actos de corrupción del personal del Indep, mutilación de joyas y contratos en beneficio de privados.
A cuatro años de distancia, Rodríguez relata los entretelones de ese periodo de inestabilidad.
—¿Cuáles fueron los motivos reales de su renuncia?
—Yo creo que fue un agotamiento de mi relación con el secretario particular del presidente, Alejandro Esquer, porque él no entendía los motivos que yo le daba para que el Indep funcionara eficientemente. Y entonces mi relación llegó a un desgaste tal que ya no pude operar.
Rodríguez Vargas reveló que los mayores roces con Esquer se debían a que el hombre de mayor confianza del Presidente no comprendía que los bienes incautados no podían ofrecerse a precios de mercado debido a que tienen antecedentes jurídicos, lo que obligaba a la autoridad a bajarlos de precio.
Ejemplo de ello es una residencia que perteneció al líder del cártel de Juárez, Amado Carrillo, alias El Señor de los Cielos. El Indep la estaba rematando a 52 millones de pesos, pero ningún inversionista se animaba a comprarla. Rodríguez relata que Esquer le exigía que la vendiera más cara, al considerar que se estaba causando un daño al erario, sin darse cuenta que pocos inversionistas estaban dispuestos a adquirir un inmueble que estuvo en manos de capos de la droga.
“Obviamente estaba barata, pero aún nadie la peleaba porque era de Amado Carrillo, porque a lo mejor la familia o los abogados la reclamaban”, explicó el exfuncionario.
“Hubo una persona, gente que sí la compró, y terminó echándose para atrás, prefirió perder el millón de pesos que había dado como enganche”, añadió Rodríguez, quien comenta que en Colombia es imposible vender las propiedades que fueron de los cárteles de la droga por lo peligroso que resulta.
—¿Alejandro Esquer le pidió hacer cosas indebidas?
—No indebidas, sino cosas que estaban muy en el límite de la normatividad. Y yo le trataba de explicar los riesgos, pero a veces sentí ciertos caprichos.
—¿Qué tipo de caprichos?
—Por ejemplo, exigía hacer subastas en línea sin respetar los tiempos y los procedimientos. Tú no puedes vender bienes hasta que el proceso jurídico esté concluido, pero a veces me decía: ‘Quiero que se vendan tales vehículos’. Yo le decía: ‘Oiga, ingeniero, por favor, todavía falta este proceso’. Y él me contestaba: ‘¡Los vendes porque los vendes!’”
Recordó que uno de los inmuebles que más trabajo le costó vender fue la residencia de las Lomas de Chapultepec del empresario Zhenli Ye Gon, acusado de suministrar precursores químicos a bandas del narcotráfico y personaje detrás del mayor decomiso de dinero en efectivo en la historia del país. Después de muchos meses de negociación, la propiedad fue adquirida por el empresario Carlos Bremer en 102 millones de pesos.
“¿Por qué fue tan difícil venderla? Porque los abogados del chino todavía querían la casa, porque el chino no se resignaba a perderla. Tú no sabes el show que hice para convencer a Carlos Bremer”, compartió Rodríguez.
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—¿Por qué su jefe superior era Alejandro Esquer y no el secretario de Hacienda?
—Por decisión del Presidente. Quizá un secretario de Hacienda hubiera tenido una mejor visión para conducir el instituto con criterios de eficiencia y transparencia, pero se decidió que fuera Esquer. Nadie en la administración pública lo podía contradecir porque le tienen un pavor impresionante, pero a veces eran caprichos y no eran verdaderos motivos de administración pública.