Campamento venezolano causa controversia vecinal

El grupo de venezolanos ocupa un área de 100 x 50 metros con sus casas de campaña bajo árboles y un puente en el barrio de San Francisco

Isaí López / El Heraldo de Chiapas

  · lunes 25 de noviembre de 2024

Migrantes venezolanos en Tuxtla Gutiérrez piden ayuda mientras enfrentan condiciones insostenibles / Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

En el barrio San Francisco, sobre la 2ª calle oriente y 16ª avenida sur, se ha creado un campamento de venezolanos con unas 70 familias y casi 350 personas que viven en casas de campaña, bajo lonas y nailon. Están a la orilla de un arroyo que nace en el cerro Mactumactzá pero carecen de agua de calidad y no cuentan con servicios sanitarios. Entre el grupo hay unos 70 menores de edad, algunos han enfermado de gripe, dengue, fiebre, dolor de cuerpo y no tienen acceso a servicios médicos. La situación ha generado protestas vecinales. La mayoría está temerosa de ser detenido o agredido.

El campamento o colonia de venezolanos está bajo tres árboles de ceiba y uno de guanacaste. Cocinan en la vía pública, ahí tienen sus pocas pertenencias y cooperan entre todos para poder comprar agua en garrafón y poder lavar su ropa. Algunos acuden a la orilla del arroyo para hacer sus necesidades fisiológicas y otros ni siquiera salen de sus casas de campaña por miedo y rechazo de la gente que vive a su alrededor, explica una de las migrantes.

Familias venezolanas residen en un campamento sin servicios básicos en Tuxtla Gutiérrez / Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Ocupan un espacio de 100 x 50 metros, jardineras y gimnasio al aire libre bajo un puente, aunque no están dentro de la cancha de usos múltiples. Después de las marchas de protesta en contra de migrantes por habitantes del sur oriente de Tuxtla Gutiérrez, los extranjeros temen salir a la calle, creen que en cualquier momento pueden ser detenidos o sufrir alguna agresión. Muchos prefieren quedarse en su campamento.

Son los que salen del campamento a trabajar. Su principal actividad es limpiar parabrisas, logrando reunir de 100 a 180 pesos diarios en promedio. Su área de trabajo es el libramiento sur desde la cuarta calle oriente, carretera a Villaflores, hasta la 11 poniente, y su mejor alimento es el bolillo o pan blanco, que compran en el centro comercial de la zona por ser más barato.

“Necesitamos alguien que nos apoye, no haciendo marchas para sacarnos, no estamos acá porque queremos, pero aquí no nos han ayudado. Hemos intentado seguir hacia la frontera norte de México, pero nos han devuelto, el Instituto Nacional de Migración (INM) nos niega permiso para transitar y no entendemos cuál es el problema por el que nos quieren sacar con marchas. ¿Por qué no protestan frente a Migración para que nos permitan avanzar?”, coinciden al decir los entrevistados en el lugar.

Venezolanos en Tuxtla Gutiérrez enfrentan condiciones extremas en su campamento / Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

“Nos ven como malos y solo queremos sacar adelante a nuestras familias. Hay gente que lleva aquí seis meses, cuatro meses. Necesitamos baños, cocinamos en fogón a la orilla del arroyo. Tengo un primo que le dio dengue, mi hija tiene gripa fuerte, mi nieta ha pasado con fiebre. Yo estoy engripada tanto cocinar en el fogón, no queremos seguir con zozobra, los medios de comunicación abonan a que vivamos en intranquilidad, el mal hablado es el gobierno, el mal educado es el gobierno”, cita José Rodríguez.

Indica que lleva un mes ahí, pero hay familias que llevan más tiempo. Dice que lo trajo a Tuxtla Gutiérrez personal del INM, por lo que al no poder avanzar juntos con otros migrantes, instalaron un campamento en el barrio San Francisco y temen que por la noche se quieran meter personas al lugar, asegurando que no se quieren quedar y piden el respaldo de autoridades para llegar a la frontera norte de México.

“Queremos llegar a los Estados Unidos, pero al no poder avanzar hemos quedado estancados acá. Muchas personas dicen muchas cosas de nosotros, no tenemos un baño y tenemos que salir a la quebrada para hacer del baño en caso de una emergencia. Nos hace falta estar en mejores condiciones, hemos pasado por siete países para llegar acá en busca de una mejor estadía y llegamos a este lugar con la llamada de auxilio para que se pongan la mano en el corazón y que el INM nos permita con permiso seguir nuestra ruta”, explica.

En su momento, Jordan Emmanuel se levanta de su casa de campaña y toma una escoba para barrer el espacio que ocupa en la banqueta de la 15ª sur esquina y 2ª oriente, mientras limpia la hoja seca del árbol de ceiba que cae todos los días. Refiere que salió de Venezuela hace seis meses.

Venezolanos en Tuxtla Gutiérrez viven en campamentos precarios, sin esperanza de avance / Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Algunos otros se ubican junto a una cancha de usos múltiples, en la jardinería de la plazuela y tienden su ropa en el barandal bajo el puente. Todos demandan la colaboración de la gente e insisten que no están aquí para toda la vida, sino de paso hacia los Estados Unidos, su única meta.

El campamento se integra por venezolanos llegados en diferentes fechas. Hay familias que llevan un año, compartiendo un área de 20 metros cuadrados y son pocas las personas que les brindan apoyo incondicional. Lo que consumen es agua, pasan hambre y aunque a media cuadra hay dos cocinas económicas, no tienen con qué comprar alimentos.

La señora Argelia Vicente vive en la 15ª sur, entre 2ª oriente y 3ª oriente, dice que ha sido testigo de cómo se fue poblando este campamento en el barrio San Francisco. “Al principio les di baños para bañarse, las señoras lavaban su ropa en la casa, les permitía suficiente agua, se iban turnando para pasar a su vivienda. Ahora solo les doy agua sin que ingresen a la casa”, explica la tuxtleca.

Dice que le duele la situación que pasan los migrantes, les ayuda y quisiera ayudarles más, pero también necesita tener precaución. Entre los buenos pueden haber malos y no se confía, por eso después de las protestas de mucha gente en su contra, ha preferido darles agua pero ya sin ingresar a su casa. A uno que otro le regala un plato de comida y desearía que los chiapanecos fueran más empáticos con los migrantes.

En el campamento se observa la presencia de trastes que utilizan para preparar alimentos, escobas y ropa secando al sol en barandales de los puentes y mecates que colocan para asegurar sus lonas, carpas o casas de campaña. Temen hacer declaraciones a los medios de comunicación y quienes lo hacen esperan que sea para su beneficio.

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