Llegó a Chiapa de Corzo hace siete años, probó el posol, la tortilla y acá sigue. Antes estuvo en nueve países. "Salí porque quería conocer otros lugares, creo que es el sueño de todos los jóvenes en República Dominicana, y ahora tengo una familia acá en Chiapas", afirma mientras corta el cabello a un niño.
Él es Anderson ("Andy") Abreu Polanco, quien decidió viajar y conocer el mundo a los 22 años de edad. En su peregrinar laboró en varios oficios y viajó por Centro y Sudamérica.
Precisa que ya no es migrante, pues cuenta con la nacionalidad mexicana permanente, además tiene cinco años de casado y tres hijos. Su esposa Vania Gómez Torres, de 24 años, dice que a "Andy" le gusta el futbol, pero por el trabajo no juega en ningún equipo, él es peluquero y cuenta con un cibercafé y también renta consolas de videojuegos.
"Mi papá me decía que para ser hombre no se necesitaba viajar, cuando tengas una familia lo vas a entender; ahora lo entiendo, por los hijos hace uno todo, ahora no quiero viajar más, ahora quiero viajar con mi familia para ver a mis papás", asegura Anderson.
Nació un 15 de julio de 1989 y es el segundo de cuatro hermanos; ahora debe velar por Romina, Sorangel y Cristopher; Vania se encarga de la casa y en ocasiones del cibercafé, pero siempre está pendiente de sus hijos.
EL TRABAJO Y LA NOSTALGIA
"Antes de llegar a Chiapas conocí ocho o nueve países; inicié en Panamá, Costa Rica, hasta llegar a Chiapas, acá tenía una prima y vine a visitarla y conocer, y acá estoy, muy feliz", manifiesta.
Desde que estudiaba la primaria empezó a cortar cabello, luego en las calles con sus amigos, y con la intención de que no viajara, don José Abreu "Aderzo", lo apoyó con una peluquería.
Nostálgico señala: "mi familia ya me quiere ver, es diferente, tengo mis hijas; quiero ir pero está caro el pasaje. Si no puedo ir con ellos iré solo, pues el viaje cuesta entre 15 y 18 mil pesos por persona".
"El mensaje que le doy a los migrantes es que hay que hacer cosas buenas, trabajar; las cosas bien, Dios las premia; yo vine a conocer, pero mi papá me enseñó siempre que el que trabaja de buena manera le va bien, y no me quejo".
"La gente a veces busca lo fácil, pero lo que fácil viene, siempre fácil se va. Allá en mi tierra comía con plátano, yuca, totones, acá conocí la tortilla", agrega.
Relata que siempre ha laborado; durante su viaje de siete años fue pintor, negociante de plátanos, trabajó en hoteles y de peluquero.
"Para el que no trabaja está difícil siempre, en cualquier lugar, ahora entiendo a mi padre, ser hombre es tener una familia y dar todo por ellos", puntualiza.
“Andy” llegó en 2012, alguien le prestó un pedazo de espejo y una silla de plástico, hoy tiene una peluquería-barbería, un empleado y una enorme clientela que espera para cortarse el cabello.