Al celebrarse el domingo de resurrección, el obispo de Tapachula, monseñor Jaime Calderón Calderón, expuso que ese hecho permite una renovación y alegría, así como la oportunidad en especial de ayudar a quienes menos tienen.
Precisó que “la alegría del Señor Resucitado, renueve nuestra manera de ver y de ayudar a los migrantes. Son muchas las acciones que consideramos poco cristianas y poco humanas respecto a los extranjeros: violaciones a los derechos humanos, injusticias en los trámites migratorios, poca claridad sobre el documento que les expiden, detenciones injustas y tratos en condiciones inhumanas. Cristo ha Resucitado y junto con El, la humanidad entera se ve renovada. Deseamos que también se renueve la forma de hacer concreta nuestra ayuda a los más necesitados, en especial, a los migrantes”, dijo.
Relató que en el domingo de resurrección toda la Iglesia se llena de alegría, incluso hasta la comunidad más sencilla se reviste de sus mejores ornamentos, porque “es el recuerdo del triunfo de Cristo sobre la muerte, el odio, el miedo y la tristeza. Es la feliz conclusión del drama sufriente de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor”.
Elevó sus oraciones para que la alegría llegue al corazón y al hogar de todos, que “este gozo por el resucitado se refleje en el rostro de aquellos que más sufren: los pobres, los enfermos, los migrantes y la ecología o casa común, como la ha llamado el Papa Francisco”.
El jerarca del gray católico, manifestó que el tiempo litúrgico de la Pascua se prolonga durante cincuenta días, por lo que “tenemos, pues, el tiempo suficiente para madurar esta alegría de la pascua y hacerla concreta en una acción evangelizadora en favor de los migrantes y de la casa común.