/ martes 12 de noviembre de 2024

Belisario Domínguez: el héroe civil de Chiapas que enfrentó la tiranía

La vida y muerte de Belisario Domínguez se convirtieron en un símbolo de la resistencia ciudadana frente a la injusticia y de la valentía de aquellos dispuestos a defender sus principios a cualquier costo

Nacido en 1863 en Comitán, Chiapas, Belisario Domínguez fue un destacado médico, humanista y reformador social que dedicó su vida a combatir la injusticia y defender la democracia en México. Su vida transcurrió en una época de intensos conflictos, siendo testigo de acontecimientos históricos como la Intervención Francesa, el Segundo Imperio, la Restauración de la República, el Porfiriato, la Revolución Mexicana y, finalmente, la dictadura huertista. En solo 50 años de vida, Belisario presenció y desafió las profundas crisis políticas que sacudían a su país.

Lee más: ¿Qué es y qué representa la catrina en el Día de Muertos?

Belisario Domínguez, un personaje histórico de la historia de México / Foto: Comitan de Domínguez.com

Educado en París, donde se graduó como médico, Belisario Domínguez eligió regresar a su tierra natal en vez de buscar una carrera en la Ciudad de México. En Comitán, abrió un consultorio donde atendía gratuitamente a los más pobres, e incluso les proporcionaba medicamentos que él mismo preparaba en su botica, administrada por Acisclo Alfonso, un hombre al que el doctor rescató de la pobreza extrema y educó. Domínguez realizaba actos de bondad con discreción, como regalar su propia cama a un paciente necesitado, y estos gestos lo convirtieron en una figura amada y respetada por su comunidad.

En 1911, impulsado por el clamor popular, fue elegido presidente municipal de Comitán, donde aplicó su conocimiento médico para mejorar la salud pública, además de reformar escuelas, caminos y el sistema de agua potable. Estas acciones lo hicieron aún más querido en su comunidad.

Años antes, en 1903, Belisario había publicado un folleto denunciando las desigualdades en Chiapas y, en 1904, fundó el periódico El Vate, en el que continuaba sus denuncias. En 1912, fue nominado como senador suplente por el Club Liberal de Chiapas, un honor que aceptó con humildad. No obstante, tras el fallecimiento del senador propietario Leopoldo Gout, se vio obligado a trasladarse a la Ciudad de México para tomar posesión de su escaño en el Senado a principios de 1913.

Ya en la capital, vivió en el Hotel Jardín junto a su hijo Ricardo, quien estudiaba en la Escuela Nacional Preparatoria. Al poco tiempo de llegar, fue testigo de los preparativos de los militares sublevados durante la Decena Trágica y, tras el asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, la dictadura de Victoriano Huerta se instaló en el poder.

Domínguez, fiel a sus principios, no se quedó en silencio. En un valiente discurso pronunciado el 29 de septiembre de 1913, exhortó al Senado a solicitar la renuncia de Huerta, argumentando que su gobierno era ilegal y una traición a la nación. Este discurso le ganó muchos enemigos, pero Belisario persistió. Ante la negativa de las autoridades para permitirle hablar nuevamente en tribuna, decidió imprimir un segundo discurso, en el que instaba a sus colegas a resistir y cumplir con su deber. Este documento se convirtió en una denuncia impresa que circuló ampliamente y se volvió un símbolo de la resistencia.

Ocho días después de sus discursos, el 7 de octubre de 1913, Belisario Domínguez fue arrestado en su habitación del Hotel Jardín. Sin juicio ni explicación, fue llevado al cementerio del pueblo de Xoco, donde fue brutalmente asesinado y enterrado casi a flor de tierra. La brutalidad de su muerte desató una ola de indignación y se convirtió en un escándalo nacional, a pesar de los esfuerzos del régimen huertista por silenciar el caso. Aunque surgieron rumores de que el médico cercano a Huerta, Aureliano Urrutia, le habría cortado la lengua, esta historia fue desmentida.

A raíz de su asesinato, Huerta decidió disolver el Congreso y encarcelar a numerosos legisladores, un acto que solo fortaleció la rebelión en el norte de México. Finalmente, sus restos fueron rescatados casi un año después, y su memoria se consolidó como la de un héroe civil que sacrificó su vida por la justicia.

Belisario Domínguez, a través de su vida y trágica muerte, se convirtió en el arquetipo del héroe civil mexicano, un hombre dispuesto a darlo todo por la justicia y la democracia. Su valentía y dedicación al bienestar de su pueblo han hecho que su legado trascienda generaciones, recordándonos la importancia de la lucha por un país libre y justo.

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Nacido en 1863 en Comitán, Chiapas, Belisario Domínguez fue un destacado médico, humanista y reformador social que dedicó su vida a combatir la injusticia y defender la democracia en México. Su vida transcurrió en una época de intensos conflictos, siendo testigo de acontecimientos históricos como la Intervención Francesa, el Segundo Imperio, la Restauración de la República, el Porfiriato, la Revolución Mexicana y, finalmente, la dictadura huertista. En solo 50 años de vida, Belisario presenció y desafió las profundas crisis políticas que sacudían a su país.

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Belisario Domínguez, un personaje histórico de la historia de México / Foto: Comitan de Domínguez.com

Educado en París, donde se graduó como médico, Belisario Domínguez eligió regresar a su tierra natal en vez de buscar una carrera en la Ciudad de México. En Comitán, abrió un consultorio donde atendía gratuitamente a los más pobres, e incluso les proporcionaba medicamentos que él mismo preparaba en su botica, administrada por Acisclo Alfonso, un hombre al que el doctor rescató de la pobreza extrema y educó. Domínguez realizaba actos de bondad con discreción, como regalar su propia cama a un paciente necesitado, y estos gestos lo convirtieron en una figura amada y respetada por su comunidad.

En 1911, impulsado por el clamor popular, fue elegido presidente municipal de Comitán, donde aplicó su conocimiento médico para mejorar la salud pública, además de reformar escuelas, caminos y el sistema de agua potable. Estas acciones lo hicieron aún más querido en su comunidad.

Años antes, en 1903, Belisario había publicado un folleto denunciando las desigualdades en Chiapas y, en 1904, fundó el periódico El Vate, en el que continuaba sus denuncias. En 1912, fue nominado como senador suplente por el Club Liberal de Chiapas, un honor que aceptó con humildad. No obstante, tras el fallecimiento del senador propietario Leopoldo Gout, se vio obligado a trasladarse a la Ciudad de México para tomar posesión de su escaño en el Senado a principios de 1913.

Ya en la capital, vivió en el Hotel Jardín junto a su hijo Ricardo, quien estudiaba en la Escuela Nacional Preparatoria. Al poco tiempo de llegar, fue testigo de los preparativos de los militares sublevados durante la Decena Trágica y, tras el asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, la dictadura de Victoriano Huerta se instaló en el poder.

Domínguez, fiel a sus principios, no se quedó en silencio. En un valiente discurso pronunciado el 29 de septiembre de 1913, exhortó al Senado a solicitar la renuncia de Huerta, argumentando que su gobierno era ilegal y una traición a la nación. Este discurso le ganó muchos enemigos, pero Belisario persistió. Ante la negativa de las autoridades para permitirle hablar nuevamente en tribuna, decidió imprimir un segundo discurso, en el que instaba a sus colegas a resistir y cumplir con su deber. Este documento se convirtió en una denuncia impresa que circuló ampliamente y se volvió un símbolo de la resistencia.

Ocho días después de sus discursos, el 7 de octubre de 1913, Belisario Domínguez fue arrestado en su habitación del Hotel Jardín. Sin juicio ni explicación, fue llevado al cementerio del pueblo de Xoco, donde fue brutalmente asesinado y enterrado casi a flor de tierra. La brutalidad de su muerte desató una ola de indignación y se convirtió en un escándalo nacional, a pesar de los esfuerzos del régimen huertista por silenciar el caso. Aunque surgieron rumores de que el médico cercano a Huerta, Aureliano Urrutia, le habría cortado la lengua, esta historia fue desmentida.

A raíz de su asesinato, Huerta decidió disolver el Congreso y encarcelar a numerosos legisladores, un acto que solo fortaleció la rebelión en el norte de México. Finalmente, sus restos fueron rescatados casi un año después, y su memoria se consolidó como la de un héroe civil que sacrificó su vida por la justicia.

Belisario Domínguez, a través de su vida y trágica muerte, se convirtió en el arquetipo del héroe civil mexicano, un hombre dispuesto a darlo todo por la justicia y la democracia. Su valentía y dedicación al bienestar de su pueblo han hecho que su legado trascienda generaciones, recordándonos la importancia de la lucha por un país libre y justo.

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