La temporada de cosecha de calabaza en la colonia Luis Echeverría, municipio de Emiliano Zapata, se adelantó este año, sorprendiendo a los productores locales. Ángel Silvano Pérez, agricultor de la región, explicó que tradicionalmente la cosecha inicia a mediados de octubre, pero este año ya se encuentra prácticamente concluida. Cabe mencionar que en el ejido casi el 90% de las familias se dedica a la siembra de calabaza y maíz.
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“El año pasado comenzamos a cosechar desde el 15 de octubre, pero ahora la fruta se adelantó y ya casi terminamos de cortar todo”, comentó Silvano. Atribuye este fenómeno posiblemente a cambios en el clima, donde las lluvias irregulares y las altas temperaturas habrían acelerado el crecimiento de los cultivos. “Las lluvias caían unos días sí y otros no, lo que pudo haber enfriado la tierra y luego el calor del sol hizo que la calabaza creciera rápido”, señaló.
La siembra de calabaza se realiza entre el 25 de junio y el 10 de julio, junto con el maíz, para cosecharse de manera simultánea hacia finales del año. “La calabaza comienza a dar fruto en unos 20 días y en menos de un mes ya está lista para cortar”, explicó Silvano. Además, comentó que una parte de la cosecha se vende fresca, mientras que otra se almacena para extraer y vender las semillas en diciembre y enero.
En su caso, Ángel Silvano trabaja con la ayuda de sus dos hijos en jornadas que comienzan a las 6:00 de la mañana y terminan a mediodía, para evitar las horas de mayor calor. La producción de su parcela este año rondó entre 300 y 400 calabazas en la primera etapa, con una expectativa total de mil a mil 500 frutos, por lo que asegura que para diciembrepodría incrementar el costo ante la escasez. “Es un esfuerzo familiar, cada año cultivamos juntos y vendemos en la misma colonia, porque aquí es donde los comerciantes vienen a buscarla, ya saben que aquí se cosecha”, mencionó.
Aunque la producción se mantuvo relativamente estable, Ángel señala que hubo una baja del 20% respecto al año pasado, lo que también ha afectado a otros productores de la zona. Sin embargo, la demanda se mantiene constante, especialmente por el uso de la calabaza en recetas típicas para el Día de Muertos.
De acuerdo a Jahir Hidalgo, ingeniero agrónomo, las calabazas son de exigencia climática, es decir, su desarrollo óptimo se da en temperaturas de 32 a 37 grados centígrados, por lo que la temporada de estiaje pudo favorecer a los productores, pues en la entidad se registraron temperaturas por arriba de los 39°C.
“También necesitan de humedad, es una fruta que requiere de ambas temporadas, es decir, tiene que comenzar a sembrar en temporada de calor, para que durante su proceso pueda almacenar suficiente agua y se mantenga húmedo logrando una cosecha buena”, comentó.
Es por ello que el especialista argumentó que el hecho de que un fruto salga pronto puede estar determinado por el cambio climático.
Los compradores locales suelen distribuir las calabazas hacia otros municipios, como Comitán, Tuxtla Gutiérrez y otros municipios cercanos. La zona pedregosa de Luis Echeverría resulta ideal para el cultivo, pues las plantas se adaptan bien y crecen con vigor. “Aquí, por las condiciones del suelo, la calabaza da mucha fruta”, explicó el agricultor.
Silvano argumentó que la calabaza ahora, por haber salido antes de temporada y en exceso, se está dando a bajo costo, el cual ronda entre los $15 y $20 pesos, esto porque no está escaso el producto. “Al inicio empezó a comercializarse en $35, $40 pesos. Es por ello que ante la escasez que haya, los precios se vayan en aumento.
Otro de los productores de la zona, de nombre Anzelmo Pérez Pérez, mencionó que ha sido una buena cosecha, donde algunos productores lograron hasta las 4 mil calabazas, en su caso solo 600 pudo sacar.
“La gente sigue buscando por estos lugares la calabaza, pero ya estamos de salida, todos los años vienen a comparar hasta aquí”, contó Pérez.
EEn su familia, 6 hombres son los que se dedican al campo, siendo esto un ingreso extra para él, pues se dedica también a las obras de construcción. De acuerdo con Pérez, la calabaza proviene de una guía de hojas y solo crece el fruto, aparte para el cuidado tiene que regarle productos químicos como el fertilizante y abono, logrando el crecimiento adecuado en 2 meses.
Para poder identificar una calabaza en buen estado, los productores comentan que se tiene que escuchar hueca, o bien tener un color naranja opaco o que se ve blanquisca, ya que son las que sirven para dulce. En su opinión, Pérez comentó que hay calabazas que vienen con bolitas en toda la cáscara, muchos pueden pensar que son las peores, pero realmente aseguran que son las más dulces.
Comerciantes afectados
Ahora bien, la contra cara de la moneda son los vendedores o comerciantes. Una de las vendedoras que se mantiene a orilla de carretera del municipio América Libre es María del Carmen Sánchez Pérez, con más de 8 años de experiencia, quien compartió que las ventas de calabaza en esta localidad han tenido un comportamiento irregular este año, esto siendo un municipio cercano a Emiliano Zapata. Aunque la calabaza sigue siendo un producto tradicionalmente demandado durante las festividades de Día de Muertos, los precios y el comportamiento del mercadohan complicado las ganancias para los vendedores.
“La venta está un poco leve, porque la gente ya no quiere pagar el precio que uno pide, y pues nosotros también la agarramos cara. Tenemos que sacarle algo”, comentó María del Carmen. Actualmente, los precios de la calabaza varían: las piezas grandes se venden entre 80 y 120 pesos, mientras que las más pequeñas oscilan entre 20 y 25 pesos. A pesar de la baja demanda inicial, María espera que con la cercanía del Día de Muertos las ventas aumenten, dado que la elaboración de dulces de calabaza es una tradición anual.
María del Carmen mencionó que además de la calabaza, el incremento en los precios de productos como la guayaba y el mango ha afectado su negocio. “El bote de guayaba lo conseguimos a 280 pesos y vendemos cada bolsita a 35 pesos, apenas sacando un margen. Lo mismo pasa con el mango, cuya reja está entre 500 y 600 pesos. Tenemos que ajustar los precios para poder ganar”, explicó.
La comerciante recordó que la pandemia de COVID-19 impactó severamente las ventas hace dos años, cuando gran parte de la producción se quedó sin vender. “Nos quedó toda la fruta, porque la gente casi no salía. Hasta tuvimos que tirar la flor, ya no nos salió nada”, lamentó.
A pesar de las dificultades, María del Carmen se mantiene optimista y dispuesta a continuar hasta terminar con la venta de toda la calabaza disponible. “Si no terminamos para Todos Santos, seguimos vendiendo hasta que se acabe, porque es dinero que tenemos invertido”, afirmó. Además, destacó que una buena calabaza debe tener “una cáscara maciza y una pulpa fina”, elementos que garantizan su calidad tanto para consumo directo como para la preparación de dulces.
La ubicación estratégica de América Libre facilita el paso de compradores, quienes adquieren la calabaza para sus hogares o para revender en otras localidades. “Aquí es un lugar de mucho tránsito, entonces la gente que pasa se lleva calabazas”, explicó.
A pesar de las variaciones en los precios y los desafíos económicos, María del Carmen sigue comprometida con su labor, adaptándose a las condiciones del mercado para mantener su negocio a flote. “Depende de cómo nos den la mercancía. Si hoy compramos a 25 pesos la pieza y mañana sube a 35, nosotros también tenemos que ajustar”, concluyó.
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