Durante el Viernes Santo, los cristianos católicos de todo el mundo conmemoran la muerte de Jesús, estableciendo este día como un momento de luto y abstinencia de carne roja como señal de duelo y sacrificio, reflejando el sacrificio que Cristo hizo en la cruz.
La Iglesia Católica considera los viernes de Cuaresma, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo como días de ayuno y abstinencia. Esta práctica tiene sus raíces en las enseñanzas de Jesucristo y en la preparación espiritual para la celebración de la Pascua de Resurrección.
También puedes leer: ¿Por qué no se come carne en Semana Santa?
El ayuno y la abstinencia tienen un profundo significado de purificación entre los cristianos, remontándose al siglo II. Jesucristo mismo practicó el ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, como se menciona en el Evangelio de San Mateo 4:2.
Para los fieles, el ayuno y la abstinencia durante la Cuaresma representan una oportunidad para seguir las enseñanzas de Jesús, centrándose en las obras de penitencia, ayuno y oración, como se describe en San Mateo 6:1-6.
Según Andrea Ortiz, la abstinencia y el ayuno son mandatos de la Iglesia Católica, basados en las enseñanzas y prácticas de Jesucristo. Los viernes de Cuaresma también se representa el viacrucis, el camino de Jesús hacia el calvario.
Manuel Enrique Rivera Hernández enfatiza la importancia de practicar el ayuno y la abstinencia con fe, conocimiento y apego a las escrituras. Para él, debe ser un encuentro de amor con Jesús, que traiga gozo, alegría y satisfacción.
Briana López, una estudiante de preparatoria, destaca la importancia de abstenerse por mandato de la Iglesia Católica, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien practicó el ayuno y la abstinencia. Invita a las juventudes a respetar y cumplir con estos mandatos.
Kevin Alejandro Díaz subraya la necesidad de respetar los mandatos de la Iglesia, instando a los jóvenes a vivir esta época con abstinencia y responsabilidad.
Finalmente, Estrella Fonseca Moreno enfatiza la importancia de obedecer el mandato de la Iglesia, reconociendo que los cambios en la sociedad deben estar enraizados en la redención ante Jesús.
En medio de estas reflexiones, los fieles católicos observan el Viernes Santo como un día de recogimiento, penitencia y renovación espiritual, recordando el sacrificio de Jesús en la cruz y preparándose para celebrar la Pascua de Resurrección.