Un fracaso en Chiapas las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMAS), impulsadas por el gobierno federal a través de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos (SEMARNAT), toda vez que de 150 que se llegaron a registrar en diversos municipios ahora solamente existen unas 20, fue una utopía pensar que surtirían de carne a restaurantes.
A partir de 1999 en Chiapas se establecieron unas 150 Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMAS), sin embargo, en la actualidad solo quedan unas 20 dedicadas a la reproducción y conservación de especies de fauna del estado, las que desaparecieron se enfrentaron a la falta de apoyo del gobierno federal, a la falta de personal técnico especializado para el manejo de la vida silvestre, a la ausencia de la cadena de valor y la falta de información.
El presidente del Consejo Nacional de las Unidades de Manejo de Vida Silvestre en México, Manuel Anzaldo Meneses, explica que este sistema de producción y reproducción es poco usual en el mundo, tiene su fundamento en el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para la protección, aprovechamiento, uso, disfrute y disfrute de la biodiversidad.
En el país suman 38 millones de hectáreas dedicadas a la conservación de la fauna silvestre con unas 10 mil UMAS, esto significa que el 20 por ciento de la superficie total en la que se producen especies como venado, jabalí, cocodrilo, pecarí de collar, iguanas, entre otras, con un manejo sustentable, tenemos un déficit en la producción, son pocas las unidades de manejo organizada.
En Chiapas existen en Villaflores, Salto de Agua, Berriozábal, Mazatán , Pijijiapan, Tapachula, Huixtla, Cintalapa, Coapilla, Comitán de Domínguez, Arriaga se producen unas 30 mil iguanas al año en una superficie de 3 hectáreas, también cocodrilo y caimán, es una oportunidad de negocio con la producción de cocodrilo en Palenque, Catazajá, La Libertad, también iguala y tortuga, en el estado, por la desesperanza de la gente y al no haber esquemas de reproducción y comercialización, no se creó la red o cadena de valor, a pesar de la demanda, solo quedan unas 20.
La demanda del mercado en términos de carnes se frenó por falta de la producción y el posible cliente, se demandaba venado, cocodrilo, iguana, faisán, codorniz, pecarí de collar y el jabalí de labios blancos, entre el sitio potencial para su producción es la Selva Lacandona en el municipio de Ocosingo, indicó Anzaldo Meneses en entrevista.
En Tuxtla Gutiérrez hubo un restaurante que compraba venado pero la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa) lo clausuró y su UMA proveedora era de Villaflores, le impusieron al restaurante una multa de 300 mil pesos, nunca volvió a comprar y se estableció una mala fama.
En la actualidad no se tiene censo real de cuántas UMAS existen, cuántas cerraron y cuántas clausuró la Profepa.
El gobierno otorgó en sus inicios a través de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) financiamientos desde 30 mil y 40 mil pesos y muchos preferían las de venados de hasta 500 mil pesos, lo que ha hecho falta es la organización, por ello los días 5, 6 y 7 de septiembre se realizará un Encuentro Nacional de UMAS en la Ciudad de México, para analizar los problemas, integrar propuestas y plantearlas al Estado Mexicano, entre ellas podría ser el restablecimiento de la cacería en UMAS.
Precisó que en el municipio de Salto de Agua prevén establecer un programa de estudios y desarrollo de capacidades a partir de septiembre sobre el manejo de vida silvestre en peligro de extinción.
Por su parte, el biólogo Carlos Alberto Guíchard Romero, director del Zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZOOMAT), plantea una revisión a fondo de las UMAS que surgieron a partir de la Ley General de Vida Silvestre cuando se prohibió la posesión de animales fuera de las instituciones permitidas para ello como los zoológicos, al igual que la tenencia de mascotas de vida silvestre y a la carrera se hizo el concepto de las UMAS que debían tener un responsable, un equipo técnico y el manejo de los animales.
“Había la utopía de que las UMAS proveerían de carne silvestre a restaurantes, en este caso venados, cocodrilos y otras especies. Hubo mucha dificultad para que fueran autosuficientes en el manejo, reproducción y comercialización, era muy difícil saber si los animales que llegaban a estos centros eran legales o no. Fue mucho esfuerzo para que las UMAS funcionarán; hubo un programa de la SEMARNAT para que funcionará y diera recursos para sus instalaciones y manejo, esto generó que creciera mucho el número de UMAS y se convirtió en una especie de negocio”, indicó.
Dijo que hubo técnicos que se dedicaron a promover las UMAS, convencieron a personas para que solicitarán proyectos y ellos tener los ingresos por asesoría, por ende llegó el momento en que la autoridad, la SEMARNAT dijo me están viendo la cara, pidieron dinero y dejaron morir poco a poco las UMAS, por eso al momento en que se suspendió el recurso muchas quebraron. Se requiere hacer un análisis muy bueno porque no pueden sustituir a los zoológicos o centros de investigación. Si van a existir tienen que ser sustentables y con muy buen fundamento para la producción y comercialización adecuada para que puedan alcanzar el éxito en la comercialización.
Por otra parte la bióloga Marleni Flores, dijo que todas las pieles de fauna de vida silvestre que se tenga en casa y no se compruebe que proviene de una UMA la PROFEPA las decomisa. “No podemos tener piel de cocodrilo, nadie puede atrapar y matar animales de la vida silvestre, en ninguna parte del estado, no en el país. Hay que conservar las especies, tampoco hay que tirar basura, si la producción que se tiene en las UMAS no se comprueba de legal producción, que no venga de permiso de aprovechamiento, tiene que haber cárcel y multa. Más vale colaborar con las autoridades, porque pueden ir a prisión y pagar una multa económica para los responsables”, indicó.
Asimismo, el biólogo Daniel Pineda Vera, responsable del Colectivo Ambiental Heliomaster, expuso que el fracaso de muchas UMAS es la falta de trabajo especializado muy profesional para el manejo de la vida silvestre y su adaptación a su entorno. El segundo reto es la reproducción, porque las especies se reproducen cuando encuentran las condiciones óptimas en su entorno que les hace sentirse seguros, lograr esas condiciones para la fauna amenazada es muy complejo.
“La naturaleza sigue tiempos muy distintos a los comerciales y a los humanos, estamos habituados al trabajo de la ganadería, no así con la fauna silvestre donde pueden pasar años y años de aprendizaje para alcanzar el éxito. Es difícil encontrar un éxito económico inmediato, y ese debe ser el motivo por el cual muchas empresas fracasaron, pensaron que habría prosperidad en corto tiempo”, explicó.
Por otra parte, la producción de estos derivados de la fauna y de la flora ha implicado costos en infraestructura, personal y manutención de animales y de plantas, el precio va a ser mucho muy superior al que encontramos en el mercado negro que se surte y se abastece de los ecosistemas de manera ilegal. Puede ser más fácil y más barato conseguir carne de venado, jabalí, tepezcuintle, de iguana, etcétera a través del tráfico ilegal, aunque el costo a futuro va a ser más alto, el reto es promover mayor consumo de la procedencia legal y hacer rentables las UMAS que quedan en el estado.
En el municipio de Berriozábal está la UMA Santa Cecilia, propiedad de Juana García, cuenta con chachalacas, venado ciervo rojo que consume fruta, maíz y alimentos balanceados; pecarí de collar, pato cabeza verde, hay una cuota de recuperación de 15 pesos adultas y 10 pesos por niños, dichos ingresos son para esos alimentos balanceados. El domingo registra mayor afluencia, a la vez también tiene gansos, codornices que ponen 250 huevos al año, el faisán, conejos, mapaches, gallos, tortugas, mono araña, gato de monte, zorros y águila blanca.
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