Cuilco, Guatemala.- El viernes 19 de julio el señor Austreberto de 74 años y su esposa Amalia de 70 años, vivieron por primera vez en carne propia la guerra de los dos cárteles del crimen organizado que se disputan el territorio en la Sierra de Chiapas al sur de México.
En entrevista para El Heraldo de Chiapas, la pareja de adultos mayores indicaron que el reloj marcaba las 10 horas cuando los estruendos por las armas de alto calibre comenzaron a escucharse cerca de la comunidad El Cercadillo municipio de Amatenango de la Frontera, por lo que decidieron resguardarse debajo de la cama.
“Estaba muy exagerado, ya no había tráfico, nada más esa gente estaba en la carretera (…) Al otro día salimos, no queríamos salir, yo no quería salir, pero ya cuando vimos que toda la comunidad ya estaba alborotado, tuvimos que salir como pudimos, haber dónde nos vamos a refugiar”, expuso don Austreberto.
Con la mirada fija el señor Austreberto que vestía sombrero y camisa a cuadros, recordó que solo tuvieron una hora para huir, sin tomar pertenencias más que la ropa que traían puesta salieron a la carretera internacional, ahí uno de las 80 personas que habitan el pueblo los llevó hasta el poblado de México Nuevo, a unos 5 kilómetros de la cabecera municipal, donde se pusieron a salvo.
Sin embargo, el sábado alrededor de las 20 horas la violencia se incrementó y llegó hasta México Nuevo, de tal forma que ahí no tuvieron otra opción más que salir hacia la montaña donde pernoctaron durante una noche en medio del miedo y la incertidumbre, dijo la señora Amalia.
“Pensamos que no iba haber nada ahí, pero que sí a las 8 empieza otra vez empezó ahí (…) Salimos caminando hacia la montaña, ahí nos quedamos (…) Se acabaron nuestras cosas, no sé cómo le vamos a hacer ahora”, aseveró la mujer de 74 años.
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En México Nuevo y El Cercadillo los pobladores aún no han sido reclutados ni obligados a apoyar en los bloqueos que el crimen organizado instala en los diferentes caminos y carreteras de la Sierra de Chiapas, donde las personas son utilizadas como carne de cañón, pero sí quedaron en medio del enfrentamiento con el riesgo de ser alcanzados por una bala perdida.
La pareja de ancianos aseguró que caminaron cerca de 2 horas entre veredas y la maleza, a veces apretaban los pasos y otras haciendo paradas para tomar un respiro hasta llegar al Caserío Nueva Ampliación Reforma municipio de Cuilco, Guatemala, donde hoy se refugian otras 400 personas más.
“Damos gracias a la República de Guatemala porque eso es lo que pensábamos, cómo le vamos a hacer para vestir, con la cobija, con los alimentos, pues salimos reventando monte, porque se ve que llegaron a patear la puerta de la casa y sacar las cosas”, puntualizó don Austreberto.
Con la voz entrecortada el señor afirmó que el miedo persiste, ya que a pesar de que han hecho conocimiento a las autoridades de los hechos violentos “no nos hace caso, hace como dos años reportaron algunas comunidades, algunos municipios en la capital, pero no hizo caso -el gobierno- (…) No tenemos apoyo, no sé qué está pasando”.
Hasta ahora el gobierno de Guatemala junto con los pobladores de Ampliación Nueva Reforma continúan otorgando ayuda humanitaria a los mexicanos que se refugiaron en la zona limítrofe de ambos países, sitio a dónde también han acudido organizaciones internacionales y autoridades de migración, para ofrecer visa humanitaria.
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