Ocupar a gente incapaz para identificar especies comestibles de las tóxicas o venenosas impide reducir los accidentes por ingesta de hongos en el estado, sobre todo en los Altos, según el Museo Botánico de Chiapas.
El encargado de ese espacio, Manuel Jonapá, dijo ayer que a pesar de que instituciones públicas a veces efectúan talleres y/o pláticas en comunidades de esa región relacionados con el consumo de setas, las familias insisten en mandar a recolectar esos ejemplares a personas sin conocimientos en la materia, como infantes.
Determinar si un hongo es tóxico o venenoso es complejo, en ocasiones las que se pueden comer se terminan confundiéndose con las que no cuentan con esa característica. A veces los rasgos que ayudan a conocer si es nociva para la salud humana no están presentes, como la “faldilla” que está debajo del capuchón. La vía más confiable de identificación es un estudio de laboratorio y aun así los micólogos, especialistas en hongos, pueden confundirse; si de por sí saber si éstos pueden ingerirse es difícil, enviar a individuos inexpertos a recogerlos lo es aún más, afirmó.
Ante este contexto, el funcionario de la Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural del estado exhortó a consumir los hongos exhibidos en lugares en los que están en venta de manera tradicional, como mercados y supermercados. El yuyo, oriundo de la zona de San Cristóbal de Las Casas, y el moni, presente en Ocozocoautla, Tuxtla Gutiérrez y San Fernando son variedades comestibles que pueden hallarse en esos sitios.
Si la decisión es recolectarlos, hay que acompañarse de sujetos que sepan identificarlas. No hay que olvidar dos cosas: La primera, las setas tóxicas o venenosas son más frecuentes de encontrarse sobre hojarasca y la tierra; la segunda, el uso de monedas de cobre o de otras técnicas caseras no sirven para conocer si un hongo es nocivo para la salud. “Si tienen duda, mejor ni lo coman”, puntualizó.
Las setas son características de los bosques húmedos, por lo que las lluvias estimulan su aparición; en la entidad hay cerca de 300 o 400 variedades, de los cuales cinco o seis son tóxicas o venenosas, entre ellas, amanita virosa y amanita verna y amanita roche. Las tóxicas generan efectos (vómito, diarrea, etcétera) que duran no más de 24 horas y pueden tratarse al someterse a tratamiento médico. En cambio, las que son venenosas, sus síntomas comienzan a sentirse después de las 24 horas de consumirse, cuando la toxina está por todo el cuerpo.