Cintalapa.- Juan Carlos es un bolero o aseador de calzado originario de este valle mientras trabajaba en lo que le gusta hacer, platicó con este medio de comunicación sobre este noble oficio.
“Como a la mayoría de nosotros iniciamos en este oficio por la necesidad de tener que trabajar, de llevar el sustento a casa y tener un dinero seguro yo no sabía nada de este oficio pero como dice el dicho la práctica hace al maestro y así empecé yo” nos dijo.
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Hace 25 años la boleada valía 3 y 5 pesos, la materia prima era muy barata por eso cobrábamos así pero ahora todo incrementó y ahora vale 15 y 20 pesos la lustrada normal y si se pinta el costo sube a los 40 o 45.
Explicó que no le han subido el costo a la boleada porque se tendrían que poner de acuerdo entre todos y ellos creen que la gente ya no pagaría por eso lo han mantenido así.
Algunos agarraron el mal camino, a otros los mataron y unos más están detenidos por diversos delitos así que ahora solo quedamos 12 cuando mucho
“Cuando yo decidí trabajar de esto éramos como 40 boleros al paso de los años, unos se fueron saliendo, otros se casaron, algunos agarraron el mal camino, a otros los mataron y unos más están detenidos por diversos delitos así que ahora solo quedamos 12 cuando mucho” subrayó Juan Carlos.
Dejó en claro que nunca han recibido apoyo de forma seria por parte de algún organismo gubernamental ni de ninguna AC, en algún momento cuando fue presidente Enrique Arreola Moguel les donó las estructuras donde hoy trabajan pero es lo único que han recibido de apoyo por parte de algún presidente municipal.
Desde hace unos 10 años aproximadamente la mayoría de los 12 boleros están dados de alta en hacienda como pequeños contribuyentes de manera bimestral pagan 62 pesos y los que ya no están activos ya se dieron de baja.
Los horarios habituales es de las 8 de la mañana se van a comer a las dos o tres de la tarde, algunos ya no regresan pero Juan si vuelve a las 5 y se va las 8 de la noche; cuando un día está bueno se hace entre 10 y 15 boleadas, en diciembre si se hacen hasta 25 y en febrero cuando hay feria les va muy bien.
“La verdad que este trabajo no deja muchas ganancias por eso yo a parte de ser bolero, aprendí la albañilería y cuando hay trabajo de eso le entro porque si no la crisis nos pegaría muy duro”.
Reconoció que la pandemia los dejó en la lona puesto que fueron dos años muy difíciles, en los meses más difíciles solo eran tres los boleros que llegaban al día hacían una o dos boleadas cuando mucho.
Juan Carlos aseguró que los productos que venden para limpiar calzado no les afecta en lo absoluto, porque los clientes los siguen buscando para que sean ellos quienes les hagan el trabajo de siempre.
“El módulo donde nosotros estamos que son de síes boleros, no pelamos nos ayudamos mutuamente, cooperamos para componerlo, pintarlo, que esté limpio para que la gente se sienta a gusto y eso nos conviene porque nos llega más clientela” sostuvo.