Tuxtla Gutiérrez. La casa de tía Anita, mejor conocida como “La casa de los dulces”, ubicada en el fraccionamiento Residencial La Hacienda de esta ciudad, es conocida por repartir grandes cantidades de dulces cada 1 de noviembre, día que se festeja a Todos los Santos. Se fotografían los mejores disfraces y los niños salen con una gran sonrisa, luego de esperar su turno tras una larga fila para entrar. Sin embargo, este 2021 será el segundo año consecutivo que se suspende este festejo por motivo de la pandemia del Covid-19, el cual ha atacado a la población menor de 17 años.
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“La pandemia no nos ha permitido hacer nuevamente este evento por su magnitud, este año en donde el virus está en la población más pequeña y más susceptible, como ellos no están vacunados sería una irresponsabilidad enorme hacer un evento donde vengan todos estos niños y puedan ser contagiados”, explicó Juan Carlos Mendoza, habitante de dicha vivienda.
“El tío pelón” como es conocido por los mismos visitantes, informó que, hace dos años hubo un aforo de 30 mil personas en el fraccionamiento, cifra que estimó Protección Civil del estado. “Acá a la casa pasaron más de 8 mil 400 niños”.
“El espacio de la calle se ve grande pero el día del evento la gente está muy pegada y no hay ni un metro de distancia entre personas y si sería poner en riesgo a la población de modo innecesario y como un acto de responsabilidad social no haremos nuevamente este evento”; dijo.
Este año, al igual que el anterior, don Carlos recibió una invitación de la Secretaría de Salud, a través de Riesgos Sanitarios, para no hacer el evento debido al virus Covid-19; “pero ya era una decisión tomada desde antes el no realizarlo, es un punto de mucho riesgo para los niños y hay que cuidarlos”.
Carlos Mendoza, pidió a las familias a no exponer a sus hijos a la enfermedad pandémica este 1 de noviembre, día que todos los niños, y jóvenes también, salen a pedir la tradicional “calabacita tía” de casa en casa; pero si salen, que sea bien organizado con los vecinos en unas cuantas casas y se les haga alguna reunión, pero no exponerlos.
“Cuidemos a nuestros niños, como adultos ya estamos vacunados, tenemos el acceso a una vacuna, los que no se la pusieron es su decisión, es respetable, pero los niños no”; subrayó.
Asimismo, dijo que en noviembre del próximo año “La casa de los dulces” pueda abrirse nuevamente al público y la única forma en que esto sea posible es que todos nos cuidemos del Covid-19.
Es un gusto dar en esta casa, ubicada sobre la Avenida Querétaro y Calle San Cristóbal, han seguido la tradición de repartir dulces a los niños desde hace 20 años, cuando la mamá de Juan Carlos, doña Anita Castañeda, ponía su silla afuera de su casa y daba dulces a los niños, mientras Juan Carlos salía a pedir.
Conforme pasó el tiempo, en la casa de doña Anita se repartían más dulces y cuando Juan Carlos tuvo la oportunidad continuar sus estudios a la Ciudad de México, ahí compraba los dulces, pues tenían un precio menor.
Doña Anita ya no está, pero su hijo, Juan Carlos, junto a su esposa y los trabajadores de su empresa colaboran en esta tarea para darle continuidad a lo que doña Anita sembró.
Hace dos años, antes de la llegada de la pandemia, se repartieron mil 450 kilogramos de dulces, los cuales se obtienen con recursos, parte de su empresa y parte donaciones.
“La Casa de los dulces, además de adornos alusivos, se colocaban en los muros de la casa, por fuera, lonas con lo fotografías de años anteriores. “Ahora tengo que poner un proyector también porque son más de 900 fotos por año.”, dijo.
Agregó que en esta tarea y debido la cantidad de personas que llegan de otras colonias, reciben apoyo de las autoridades municipales para todo el fraccionamiento como cambio de lámparas en las calles, desmonte en terrenos y parque, pintura en las señalizaciones, entre otros.
Finalmente resaltó que, aunque es un arduo trabajo que lleva un año en cuanto juntar los recursos y mes y medio antes para hacer los preparativos, la satisfacción de “devolver un poco de lo que la vida nos da”.
“Darle continuidad la tradición y el legado que dejaron mis padres. No es una carga, no es una manda, es un gusto que se pueda compartir lo que se tiene”; destacó.