El municipio indígena de Pantelhó, en la región Altos de Chiapas, no solo es testigo de conflictos, sino también un ejemplo de gran riqueza cultural, artesanal y lingüística. En este lugar, la lengua materna es tostsil y las mujeres disfrutan de sus saberes, talentos y obras, especialmente en la elaboración del telar de cintura, que refleja su cosmovisión y forma de ver y entender el mundo.
Doña Ángela Pérez Gómez, una gran maestra del telar de cintura, aprendió esta técnica desde los once años de edad con su abuela, quien vivió 120 años, y su madre, que sigue elaborando textiles únicos en Chiapas y México a sus más de 80 años. Doña Ángela, ahora de 52 años, cuenta que sus sobrinas también han decidido seguir con la tradición.
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Entre las prendas que destacan en Pantelhó se encuentran los rebozos, vestidos para dama, bolsas, blusitas para niña, diademas y fundas para celulares. Doña Ángela señala que la técnica que utiliza ahora es diferente a la que usaba su abuela hace unos 100 años, y que sus antepasados elaboraban el telar de cintura con gran facilidad y menos técnicas que ahora.
El telar de cintura es un instrumento que utilizan las mujeres indígenas para la elaboración de la indumentaria tradicional de los pueblos. Los hilos verticales definen el largo y ancho del tejido y la trama, las hebras que se entrecruzan horizontalmente con la urdimbre.
Para armar un telar, se deben atar los extremos de la urdimbre a dos maderas o palos llamados enjulios que soportarán el tejido y definirán la anchura. El extremo superior del telar se debe afianzar a un punto fijo, mientras que el inferior se sostiene con un mecapal, una faja sujeta a la cintura de la mujer para tensar el telar.
Las mujeres de los pueblos originarios conservan la tradición del telar de cintura, los diseños, textiles y técnicas del tejido son una muestra del alto nivel de destreza.
Las tejedoras plasman en estas obras sus sueños y la memoria de las ancianas, las abuelas y bisabuelas que iniciaron con la tradición que se ha heredado de generación en generación. Se trata de verdaderas obras de arte que atesoran la cosmovisión de los pueblos y transmiten sus conocimientos a las nuevas generaciones. Pantelhó es un ejemplo vivo de esta riqueza cultural y artesanal que se debe preservar y valorar.
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