TAPACHULA.- ¿Las autoridades? ¿ la presidenta municipal? ¡Qué va, esa no se ha venido a parar!, afirma don Uriel, un hombre cincuentón dedicado a la reparación de electrodomésticos en la comunidad de Puerto Madero, a donde el coronavirus no ha llegado, al menos en casos oficiales.
A sólo 27 kilómetros de Tapachula, la segunda ciudad más importante de Chiapas, está asentada esta comunidad bendecida por la brisa del mar y olvidada en décadas por los presidentes municipales y autoridades estatales.
En esta ocasión, con la pandemia del coronavirus, parece no ser la excepción.
Los lugareños señalan que sólo una vez funcionarios del Ayuntamiento de Tapachula llegaron casi tendiendo alfombra roja, para engalanar su arribo a esta localidad que choca con el Océano Pacífico.
“Sólo tomaron unas fotos desde que entraron por la calle principal y después recorrieron unas cuatro calles, todo sobre el malecón, después se subieron a las camionetas en que vinieron y se fueron, desde entonces no los hemos vuelto a ver”, relata Jesús, quien a bordo de su bicicleta realiza los mandados de la casa donde habita junto a su esposa e hijos.
Desde hace más de 20 días que llegaron a este ejido trabajadores municipales, los habitantes no han recibido ninguna indicación o información de la actual situación que prevalece por el Covid 19.
No saben de cifras, medidas de prevención adecuadas; tampoco si existen riesgos por estar asentados en un área donde se vive de la pesca, la agricultura y las industrias cercanas que siguen empleando gente. Para Puerto Madero, la vida transcurre de forma habitual, con un hilo de temor porque se enteran a través de la televisión ( los que tienen ) que afuera es un Apocalipsis.
“Yo vivo cerca de la escuela secundaria técnica número 72, allí nadie ha pasado dando información ni nos han convocado a reuniones para informarnos de la situación, no le importamos a las autoridades, no se ha visto nada ‘mano’”, afirma.
Los comercios tampoco han cerrado. Pollerías, tiendas de abarrotes, expendios del giro mercantil y demás siguen abiertos al público. Solo la única tienda de conveniencia, un Oxxo, restringe un poco el flujo de compradores. Lo mismo ocurre en las esquinas de las calles que sí están pavimentadas, donde personas se dedican a la venta de frutas y legumbres sin ningún control sanitario.
Yahir Gómez, delegado municipal de Puerto Madero, contradice un poco la versión de los mismos habitantes. Asegura que la instrucción ha sido que las palapas e iglesias operen al 50 por ciento, pero la realidad es que el turismo ha abandonado la opción de visitar estos restaurantes por la pandemia, los cuales siguen abiertos.
“Hasta entonces no hay casos de coronavirus aquí, la gente no está preparada para esta pandemia, en lo particular constantemente algunas personas preguntan que cuándo vamos a tapar el puente, pero no se han organizado y de parte del municipio no hay una instrucción como tal”, dice.
Y es cierto. Algunos lugareños que están más al tanto de lo que ocurre, presionan para que el puente que viene de la carretera desde Tapachula, sea tapado y se puedan atrincherar para impedir el paso a foráneos o personas “contaminadas”.
La mancha poblacional de Puerto Madero alberga de 12 a 16 mil personas, según estimaciones de las autoridades ejidales.
Adentro de esta comunidad los focos de infección son incontables. Basureros clandestinos, condiciones de vida paupérrimas y pobreza extrema, son los ingredientes indispensables para el desarrollo de enfermedades y, peor aún, de virus de Wuham.
Puerto Madero vive a la orilla del mar y de un precioso social peligroso.