Su hospitalización fue un infierno, señala
Narai inició con “punzadas” fuertes en su cabeza, después el dolor conquistó territorio y se extendió. El escurrimiento nasal mutó a una severa gripe, el dolor de garganta dio paso al impedimento para poder deglutir sus alimentos.
La zozobra comenzó, pero estaba el resquicio de esperanza de no contraer el virus.
La mujer pasó de la zozobra a la desesperación. Comenzó a sentir que su cuerpo quemaba, pero no había fuego sino fiebre.
Entonces no hubo alternativa y tuvo que acudir a la clínica Covid para descartar o confirmar sus sospechas: Covid.
Los resultados tardíos llegaron al fin. El caso era positivo y se sumaba a la larga lista de contagiados en la entidad. No había salida y tenía que internarse a causa de los intensos síntomas.
Para la angustiada mujer el infierno apenas se materializaba en una sala de hospital. La desatención y el desinterés hacia su caso no era propio, sino generalizado.
Narai comenzó a sentirse mal el pasado 2 de junio a las 19:00 horas. A través de su cuenta de Facebook advirtió a sus amistades que padecía síntomas relacionados con el coronavirus.
“Si alguien de mis amistades estuvo conmigo, tengo dolor de cabeza y me duele mucho la garganta”, escribió.
De los primeros síntomas a estar agitada en extremo no pasó mucho tiempo. El Covid corrió rápido por su cuerpo y ahora un taladro atravesada las paredes cerebrales. Era imposible no pensar lo peor con tanto dolor.
Cuando llegó la hora de esperar el turno para una camilla, decidió salirse del hospital junto a sus familiares.
El hospital estaba repleto de enfermos, el “clima”, como ella refiere, era imposible tolerarlo ante el escenario apocalíptico que sus ojos percibían.
Iba a ser internada, pero al ver cómo está muriendo la gente allí adentro decidir irme a mi casa, hay mucha desatención, si uno va a al hospital solo va a morir
Narai; positivo de Covid-19
Narai ahora está en casa postrada en cama. Ha recurrido a los remedios medicinales ancestrales: limón, té y demás hiervas con propiedades curativas.
En una entrevista extraña en demasía, la mujer afirmó que no puede hablar, eso representa fatigarse por completo como si hubiera ocurrido un maratón, así que aceptó escribir y relatar su viacrucis.
“Me acaban de nebulizar, pero los dolores no ceden, le pido a Jehová que proteja a mi hijo porque es el único que me cuida”, añadió.
Este es sólo uno de los muchos casos de pacientes que han llegado a los hospitales de la localidad, para recibir atención médica por dar positivos al contagio de Covid.
Narai recibió una inscripción médica en la que le recetaron tabletas de Azitromicina de 500 mg, y ceftriaxona, ambos antibióticos para intentar combatir los malestares.
La mujer lleva ocho días con el virus viviendo en su cuerpo. Tarde o temprano sabrá si fue buena decisión quedarse en casa o haber apostado por un golpe de suerte de ser atendida en la clínica Covid y librar la batalla.
ER