Platina, la fiel ayudante de un ex taxista que hoy comparte con él su suerte

  · miércoles 13 de mayo de 2020


Una noche a finales de 2018, Jorge se escapó del Hospital General de Tapachula tras recibir la noticia que le amputarían la pierna y al día siguiente que llegó de Tepeaca, Puebla, ya sin recursos, porque si bien con 30 años de taxista tenía una concesión, la tuvo que vender por una operación del corazón. Ahora sólo cuenta con la compañía de Platina, su perra guía y para subsistir vende dulces y espera que alguna autoridad le ayude.


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En enero del 2020 volvió a Chiapas para establecerse en Tapachula, antes viajó a Tuxtla Gutiérrez a la Secretaría de Transporte donde quiso pedir nuevas placas para subsistir, no pensó toparse con pared pues aquellas que vendió en su momento, aún siguen a su nombre, por lo que le negaron el poder poseer nuevas laminillas.

Hoy con la vista afectada por un desprendimiento de retina y una extracción de catarata deambula por la calle en su silla de ruedas en compañía de su amiga Platina, una perra de ojos rasgados y pelaje blanco, como las canas de la barba y cabellera de Jorge, el animal lo guía y le ayuda, pues cuando Platinal advierte un peligro se queda quieta, sus patas y cola tocan el suelo y no se mueve.

Con nostalgia, Jorge recuerda como en Puebla el médico de la Escuela de Estudios Superiores de Tepeaca salvó su pierna mientras el bisturí abría carne podrida, el pus salía y los ojos de los estudiantes veían el hueco de su pierna, cuando él sólo esperaba que Dios le ayudara y lo salvara, así fue.


Jorge y Platina siguen en la calle, trabajan hasta el mediodía para que ambos no se deshidraten, con lo ganado se compran alimentos para él y, croquetas para perro.


Ya recuperado cuando en su silla de ruedas salía por Tepeaca; Lourdes Munguía, una trabajadora de un criadero de perros guías vio el amor que él tenía por los animales y le regaló a Platina, quien se ha convertido en sus ojos. Él aún ve, pero borroso, por lo que sólo confía en los ladridos y en cuando se detiene la perra para no avanzar.

Con los dulces que vende ubicado en contra esquina del Panteón Municipal de Tapachula, el extaxista espera reunir para la desparasitación de su fiel compañera y ayudarla a recuperar la confianza. Ambos se acompañan, él se mueve y ella va, aún sin la cadena, cuando él se detiene ella se echa y disfruta de la sombra fuera de la casa.

Hoy, vive solo pues su familia se fue cuando empezó a irle mal, con los dulces apenas consigue lo necesario para su supervivencia y la de su fiel compañera por lo que a través de estas líneas pide ayuda para que su lomito y él puedan tener una mejor calidad de vida y, quizá recuperar lo que logró tener cuando fue taxista y que, desafortunadamente perdió cuando fue necesario costear una operación que le costó 50 mil pesos hace 17 años.