El obispo de la Diócesis Tapachula, Monseñor Jaime Calderón Calderón en su mensaje dominical reiteró la postura de la iglesia católica en torno a la vacunación anticovid, y afirmó que todo el mundo debe a vacunarse para evitar poner en peligro la salud, la vida propia y la de otros.
Invitó a evitar la actitud de un “negacionismo suicida” de quienes, mal informados, no desean vacunarse, el exhorto es hacer lo posible para aprovechar los antígenos que llegan a nuestros pueblos.
Recordó que desde mediados de febrero cuando se inició en algunos pueblos del Estado de Chiapas el proceso de vacunación para los adultos mayores y después se ha venido acompañando el camino de todos estos procesos de vacunación, con exhortos para aprovechar estas acciones que consideró que es un primer paso en medio del camino doloroso que ha dejado al mundo bastante herido.
Monseñor Calderón Calderón dijo que con alegría se ha contemplado que algunos han acudido con prontitud a los centros de vacunación establecidos, unas generaciones con más prontitud que otras.
Señaló que incluso algunos han tenido que superar miedos personales hacia la vacuna contra el covid-19, especialmente por la cantidad de información que circula en las redes sociales y que muchas veces confunde.
Asimismo fue reiterativo con el tema de la problemática del cambio global, detalló que este exige una respuesta integral que debe iniciar en el corazón humano y en nuestras prácticas cotidianas.
Y es que se si se toma en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz y que además tiene una dignidad especialísima, no se puede dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas.
Te puede interesar: Hacen un llamado a los de 40 a 49 años para aplicarse la vacuna
Indicó que se debe evidenciar que entre los componentes sociales del cambio global se incluyen los efectos laborales de algunas innovaciones tecnológicas, la exclusión social, la inequidad en la disponibilidad y el consumo de energía y de otros servicios.
" La fragmentación social, el crecimiento de la violencia y el surgimiento de nuevas formas de agresividad social, el narcotráfico y el consumo creciente de drogas entre los más jóvenes, la pérdida de identidad, son signos, entre otros muchos, que muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida", abundó.
Algunos de estos signos son al mismo tiempo síntomas de una verdadera degradación social y de una silenciosa ruptura de los lazos de integración y de comunión social.