El obispo auxiliar de la Diócesis de San Cristóbal, Luis Manuel López Alfaro, expresó su profunda preocupación ante la creciente ola de violencia que ha afectado al estado de Chiapas, afirmando que esta se ha "desbordado y rebasado" a las autoridades. En una entrevista, hizo un llamado urgente a la población para brindar ayuda humanitaria a los cientos de pobladores desplazados de los municipios de Chicomuselo, La Concordia y Socoltenango, quienes abandonaron sus hogares el 16 de este mes debido a la violencia.
El prelado destacó que varias comunidades han quedado vacías a raíz de estos desplazamientos, y la magnitud del problema es evidente. Ante esta situación, instó a la solidaridad y pidió a la población que, a través de Cáritas, haga llegar la ayuda necesaria a los desplazados en San Cristóbal y Comitán. Además, señaló que las parroquias estarán informando sobre las necesidades específicas para canalizar la ayuda de manera efectiva.
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Luis Manuel López Alfaro indicó que muchas familias desplazadas buscaron refugio inicialmente en sus propias familias, pero esta no es una solución a largo plazo. La ayuda humanitaria se convierte en esencial para aliviar la carga que representan estas nuevas familias en hogares ya limitados.
El obispo admitió desconocer el número exacto de personas desplazadas, pero subrayó que son varias las comunidades afectadas, y que en algunas, como Nueva Morelia en Chicomuselo, ya se encontraban prácticamente deshabitadas desde hace 15 días.
El religioso criticó la falta de eficacia por parte de las autoridades para frenar la violencia, resaltando la gravedad de la situación en Chiapas. Mencionó que la violencia se ha desbordado en todas partes y que la capacidad armamentística del narcotráfico supera a la de las fuerzas policiales. López Alfaro también expresó dudas sobre la eficacia de la militarización en la región, señalando la necesidad de mayor claridad sobre las órdenes y estrategias implementadas por las autoridades.
La situación de violencia en la sierra y la frontera de Chiapas ha empeorado en los últimos dos años, con la disputa territorial entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, lo que ha llevado a enfrentamientos, asesinatos, desapariciones, extorsiones y desplazamientos forzados.