A pesar de que el trabajo infantil está prohibido en México, cientos de niños migrantes, principalmente de Guatemala trabajan hasta más de 14 horas vendiendo chicles y cigarros en las calles de Tapachula.
Los menores que rondan entre los 10 años a los 17, en su mayoría han dejado de estudiar para ponerse a trabajar en la ciudad y poder ayudar a sus padres en la manutención del hogar, el pago de renta y todas las necesidades con las que se encuentran en esta ciudad, a la que han llegado desde muy pequeños.
Tapachula, por ser un municipio fronterizo con Guatemala se ha convertido en un lugar propicio para que cientos de menores migrantes incursione en alguna actividad laboral, ya sea vendiendo chiqueos o boleando casado en las áreas publicas de la ciudad.
A los menores se les puede observar en las calles de la Perla del Soconusco las puertas de los bancos, alrededor de los mercados públicos, centros comerciales y lugares más concurridos por la población para vender sus productos.
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La mayoría de los menores migrantes huyen con sus padres por la violencia que se vive en Guatemala, la falta de oportunidades y la pobreza extrema en la que viven en los municipios fronterizo con México, principalmente de San Marcos.
La jornada laboral de los menores inicia antes de las seis de la mañana y culmina alrededor de las 8:00 de la noche, pero en ocasiones se extiende más de las 14 horas, pues no han vendido lo necesario para irse a su casa.
Los menores tienen que abandonar sus estudias, ya que prefieren ayudar a mantener el hogar en donde viven con sus padres y hermanos más chicos o en ocasiones con otros niños que viven solos en esta ciudad fronteriza.
Abel y Carmen “N” son hermanos y contaron para Diario del Sur, que ellos llegan a trabajar al parque Bicentenario alrededor de las 9 de la mañana y se retiran del lugar a las 10 de la noche todos los días.
Carmen, de 11 años de edad, narró para esta casa editorial que ellos huyeron de San Marcos, Guatemala, porque su papá fue asesinado y a su mamá no le quedó más que salir del vecino país e instalarse en la ciudad.
“En total somos cuatro hermanos, pero los más grandes; uno de 19 años y el otro de 17 se fueron para el norte y hasta el momento no sabemos nada de ellos. Nosotros lléganos acá hace tres años y desde entonces vendemos cliques con mi mamá.
Explicó que su mamá nos deja un promedio de tres a cuatro horas solos, mientras ellas va a lavar trastes o hacer otras actividades para mantener limpio el lugar en donde viven.
Los dos menores, indicaron que las autoridades no se meten con ellos y los dejan trabajar el tiempo que ellos quieren, pero por lo regular los menores no se quedan a vender por la noche, pues ese horario es de los mas grandes.
Explicaron que el tiempo que llevan vendiendo en este lugar no les ha pasado nada y nadie les pide dinero o algo para dejarlos trabajando en el parque Bicentenario.
“Nosotros ya no estudiamos, porque aún no tenemos papeles y nos estamos aprendiendo en la casa lo que nos enseña nuestra mamá y la mayoría de los menores que vendemos chicles dejamos de estudiar”, expresó.
Detalló que en una jornada laboral sacan alrededor de 200, esto, cuando les va bien y en un día que no hay venta ganan un promedio de 100 todo el día.
Los menores y los que se dedican a vender chicles en el primer cuadro de la ciudad invierten un promedio de 900 pesos para comprar los chicles, dulces, así como los cigarros que venden y pueden ganar lo mismo que invirtieron
Diario del Sur, quiso saber datos y acciones que están haciendo las autoridades para erradicar el trabajo infantil en la ciudad, pero ninguna dio a conocer información de la situación que viven o sufren los menores en la Perla del Soconusco.
Niños vendedores sufren maltrato en bares
Huixtla.- El presidente de la Asociación de los Derechos Humanos, Una Mano Amiga de Huixtla, y el Soconusco, dio a conocer que en Huixtla, existen denuncias por maltratos a menores y que mayormente se registran en bares y cantinas de la ciudad, contra vendedores de dulces y chicles.
En este sentido, el presidente de dicha agrupación No gubernamental, Jesús Castillo Loarca, informó que es lamentable la situación que muchos menores viven hoy en la calle donde tienen que trabajar y en estos casos fue claro en mencionar que los vendedores de dulce, recorren bares y cantinas de la ciudad, donde venden hasta cigarrillos, situación que las autoridades de gobierno debe de vigilar.
Reconoció que en Derechos Humanos, han recibido casos padres de familia de niños que han sido objeto de maltrato e incluso víctimas de robo ya que ellos con el objetivo de obtener buenas ganancias en sus ventas se introducen en los negocios con venta de bebidas embriagantes, y es donde algunos parroquianos han abusado de los menores que les quitan su mercancía.
Castillo Loarca, mencionó que algunos casos han sido turnados ante la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, otros a la procuraduría de la defensa del menor del sistema de Desarrollo Integral para la Familia (DIF), Municipal, ya que algunos menores según prácticamente son obligados a que salgan a las calles a trabajar.
Narró la historia del menor, José Ángel N, de 10 años de edad, mismo que se dedica a vender chicles en las calles, y de él comentó que es con ellos donde las autoridades municipales debe de trabajar y cuidar de ellos como este niño, que ya ha denunció en una ocasión con su señora madre que ha sido de víctima de insultos, ya que ciertamente anteriormente entraba en las cantinas e individuos en estado de ebriedad lo despojaban de sus productos.
“este niño, trabaja bajo los fuertes rayos del sol y en ocasiones de la fuerte lluvia, por lo que no le ha quedado otra alternativa que esperar que termine la lluvia para poder llegar a su humilde hogar, el gobierno municipal no los dota de impermeables para que se proteja de la lluvia”, dijo.
Con información de Amílcar García | Diario del Sur