La desgracia humana se muestra de distintas formas, pero la que se manifiesta con el hambre, es una de las más dolorosas; en plena fase 3 de la contingencia sanitaria por el Covid-19, tres niños de 1, 3 y 6 años, sortean su vida, quizás sin darse cuenta de lo grave del asunto, entre las calles, cruceros y camellones de Tapachula.
La migración, desbordada de miseria e infortunios, persiste en Tapachula desde fechas inmemorables; un ejemplo de ello, es la familia de Marcial Ramos Vallecio, de origen salvadoreño, que vive en la calle desde hace algunas semanas, ante la mirada con menosprecio de los peatones y automovilistas que transitan por el poniente de la ciudad.
Un anuncio improvisado en una lona vieja, reza la petición de apoyo de una moneda para poder comer, ya que viven en la calle, sin la oportunidad de tener un trabajo, y así mismo aprecian la buena voluntad de las personas que se deciden a darles una aportación económica, que, a decir de Don Marcial, son muy pocos.
Dijo, que antes de que se supiera del Coronavirus, estaba trabajando en el municipio de Cintalapa, pero al saberse la noticia de la pandemia, y con la supuesta enfermedad de uno de los trabajadores, se cerró el empleo y fue cuando decidió con su esposa, regresar a Tapachula a probar suerte.
Señaló, que mientras conseguían un lugar dónde vivir, llegaron al Albergue Belén, en la colonia San Antonio Cahoacán, pero la restricción por la contingencia sanitaria, se les negó la entrada, por lo que no tuvieron otra opción que quedarse sobre la banqueta del albergue, no obstante, fueron corridos del lugar con chorros de agua.
Detalló, que desde ese día y sin empleo, no han podido encontrar la solución a sus necesidades, principalmente la de sus hijos, y teme que, por la situación de la pandemia, puedan enfermar y no tener cómo solventar una asistencia médica, por lo que, con lágrimas en los ojos, desesperado, pidió apoyo a la población, para encontrar un lugar dónde puedan estar sus hijos sin que sufran de las inclemencias del calor y hambre.
Pedimos una monedita para poder comprar aunque sea tortillas con queso para que coman mis hijitos, y por las noches buscamos un techo para dormir y que no les caiga sereno a los niños, y la verdad temo por la vida de mis pequeños ante el Covid-19, vaya nosotros como adultos ya vivimos y que se haga la voluntad de Dios, abundó.
Puntualizó, que el pedir dinero en la calle, es una medida extrema que ha tomado con su esposa, ya que está acostumbrado a trabajar en lo que sea, simplemente pide una oportunidad, un impulso para salir adelante, para darle a sus hijos algo qué comer.
Finalmente, mencionó, que ha pedido apoyo a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, pero no ha podido lograr que le ayuden ya que le piden pruebas de que verdaderamente no puede regresar a su país, por razones de seguridad, por lo que en plena emergencia sanitaria no tiene otra opción que vivir en la calle, a pesar del riesgo que esto implica para sus 3 menores hijos.
/TG