Pobladores mexicanos y guatemaltecos han hecho de las márgenes del Río Suchiate un tiradero clandestino, que día a día luce más contaminado y se perciben hedores, ante la indiferencia de autoridades ambientales.
Alrededor de este afluente, frontera natural entre ambos países, la basura ha sido esparcida por habitantes aledaños al agua, que de manera muy fácil arrojan los desperdicios a tierra y corriente pluvial, sin que hagan consciencia del daño ecológico que se está generando.
Aunado a esto, de las mismas viviendas que están situadas en el sector, esfuercen aguas negras por tuberías improvisadas, que son vertidas al río y contaminan a peces, incluso a personas que cruzan descalzas o se sumergen para nadar.
La inmundicia corre por el río y en consecuencia crea un foco de infección severo, ya que en el sector proliferan mosquitos transmisores del dengue, zika y chikungunya, así como el riesgo latente de otras enfermedades estomacales y respiratorias.
La ruta, utilizada para el trasiego de mercancías que burlan inspecciones aduanales, se ha llenado tanto de basura que cualquiera, ya sea de Chiapas o San Marcos, se atreve a arrojar cualquier tipo de basura.
Esto ha originado que se aprecien neumáticos en deterioro, así como otros objetos como botellas de vidrio, que al calor del sol pueden desarrollar un incendio.
La basura acumulada en sitio idóneo para buitres que llegan a buscar hasta animales muertes o desperdicios de comida, sin que se restrinja arrojar desperdicios en este perímetro del Suchiate, que ahora luce en su nivel ahí por la ausencia de lluvias.
Las pequeñas dunas de arena que se han formado, son propicias para que la basura esté a flote y se degrade en el suelo, perjudicando el ecosistema de esta región.