En Chiapas, al menos 3 mil 304 integrantes de comunidades indígenas de los municipios de Aldama, Chalchihuitán y Chenalhó, padecen condiciones infrahumanas derivado del desplazamiento forzado por la violencia, situación que se ha agravado debido a la epidemia de coronavirus, expone el arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Fabio Martínez Castilla.
Se trata de un reto al que estamos llamados todos a responder con los cuatro verbos de la invitación del Papa Francisco en su mensaje: “acoger, proteger, promover e integrar”.
Nos corresponde realizar acciones muy concretas, vinculadas entre sí en una relación de causa-efecto: conocer para comprender, hacerse prójimo para servir, escuchar para reconciliarse, compartir para crecer, involucrarse para promover y colaborar para construir.
No se puede esperar que las personas vivan en un estado de incertidumbre durante años, sin la posibilidad de volver a casa, ni la esperanza de construir un futuro donde estén, advierte Martínez Castilla.
Necesitamos, reiteró, una actitud fundamentalmente nueva y más receptiva hacia todas las personas desplazadas, junto con un impulso mucho más decidido para resolver conflictos que duran años y que están en la raíz de un sufrimiento tan inmenso.
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Tenemos que reflexionar sobre el drama de los desplazados internos, una situación a menudo invisibilizada, que la crisis mundial causada por la pandemia del Covid-19 ha agravado, pero que estamos obligados a proteger, promover e integrar a los desplazados internos.