Ocozocoautla.- El panteón municipal de Dolores guarda en sus confines una de las leyendas más antiguos y enigmáticos de la localidad: la tumba encadenada. Aunque las versiones sobre su origen son diversas, la mayoría concuerda en que se trata de la sepultura de una persona vinculada a la hechicería.
Javier, el panteonero de la zona, nos guía hasta el lugar donde yace esta tumba, que actualmente se encuentra deshabitada y ha caído en el olvido, pero que continúa siendo tema recurrente entre los habitantes del pueblo.
En tiempos pasados, la tumba estaba rodeada de múltiples cadenas, lo que suscitó numerosas interrogantes sobre su estado. Se trata de una de las criptas más antiguas en este recinto funerario.
Según el actual encargado del panteón, se sabe que los familiares del difunto retiraron sus restos en años recientes. La persona había fallecido hace más de un siglo, con una antigüedad de 105 años desde su deceso, lo que dejó la tumba sin ocupante.
Sin embargo, cuando las cadenas aún la custodiaban, se tejieron diversas historias sobre el individuo sepultado. La mayoría afirmaba que se trataba de alguien apasionado por la hechicería y que, por precaución, había sido enterrado con cadenas para evitar que su alma vagara y pudiera causar daño a los habitantes de Coita.
Incluso algunos jóvenes solían jugar con la Ouija cerca de esta tumba, y relataban experiencias paranormales que relataban entre sí; uno de los relatos más llamativos cuenta que un grupo de jóvenes que cursaban la preparatoria se reunió en el panteón una noche para jugar en la tumba encadenada, desafiando en parte las creencias cristianas. Aseguraron que un niño se les unió en el juego, sin que pudieran determinar su procedencia. Mientras jugaban, escucharon que una patrulla se acercaba y les ordenaba marcharse. Los jóvenes saltaron la barda, pero la policía logró detener a uno de ellos. Desconocen si el niño logró escapar, y en un primer momento supusieron que la policía también se lo había llevado, ya que era demasiado pequeño para saltar la barda.
Al día siguiente, al acudir a la comandancia para pagar la multa de su compañero, preguntaron por el niño, pero los oficiales aseguraron que no había ningún infante. Nunca volvieron a saber de él, lo que hace suponer que se trató de un alma en pena.
Actualmente, la tumba ya no tiene cadenas y parte de la reja que la rodeaba ha sido sustraída, aunque el misticismo que la envuelve persiste.
Cabe mencionar que algunos han relacionado esta tumba con la de la Profesora Fidelia Brindis Camacho, debido a la similitud en la forma y los símbolos presentes en su cripta. Sin embargo, se aclara que las inscripciones en la tumba de Doña Fidelia se deben a su pertenencia a la Logia Masónica y no a prácticas de hechicería, como se llegó a creer.
Si visitas Coita, no dejes de acercarte al panteón municipal de Dolores, ubicado en el barrio de Cruz Blanca, donde aún podrás conocer el lugar donde yacía la misteriosa tumba encadenada y escuchar las diferentes versiones sobre esta fascinante leyenda.