En un fenómeno peculiar que combina tradición, ritual y consumo, el estado de Chiapas se destaca como uno de los principales consumidores de refresco, en particular de Coca-Cola. Entre los diversos factores que impulsan este consumo, destaca su arraigo en comunidades indígenas, principalmente entre los descendientes mayas.
La presencia de Coca-Cola en rituales religiosos, especialmente en el municipio de Chamula y entre las comunidades tsotsiles, ha llamado la atención. Aunque algunos podrían pensar que esta bebida es considerada sagrada por estas comunidades, la realidad es más pragmática.
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El elemento clave que vincula la Coca-Cola con los rituales religiosos indígenas radica en su capacidad para inducir eructos. Para los tsotsiles, el acto de eructar se asocia con la purificación del alma, convirtiendo así a la bebida gaseosa en un componente fundamental de diversos actos religiosos, cívicos y sociales.
En las iglesias locales, los fieles ofrecen Coca-Cola como ofrenda a los santos, mientras que en el ámbito cotidiano, los habitantes consideran a la bebida como una entidad "santa" debido a sus supuestos poderes curativos mediante eructos.
Estos elementos culturales y religiosos, entre otros factores, han contribuido a que Chiapas se posicione como la entidad con el mayor consumo de Coca-Cola a nivel mundial. Según un estudio del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (Cimsur), se registra un consumo promedio de 821.25 litros por habitante al año en la región.
Este peculiar fenómeno ilustra la compleja intersección entre tradición, cultura y consumo en el estado de Chiapas, donde la Coca-Cola se ha convertido en un símbolo tanto de identidad como de práctica ritual.