Un paciente del Instituto Mexicano del Seguro Social ingresó el pasado 9 de noviembre de 2023, aquejado por dolor de estómago, tras sentirse mal en su trabajo.
Al llegar al hospital del IMSS en el área de urgencias, experimentó demoras en la atención. El diagnóstico clínico arrojó un cuadro de dolor localizado en otras partes inferiores del abdomen, con probabilidad de cólico renal, probable urolitiasis + ITU a descartar apendicitis, modificado por medicamentos.
Durante su estancia, el paciente, de nombre Carlos, mencionó que le realizaron estudios de laboratorio (biometría hemática, estudio general de orina, rayos X abdominal) que tardaron todo el día. En la tarde, le informaron que los resultados indicaban una infección de vías urinarias, pero no le mostraron los estudios para revisar las cifras patológicas.
Ante la falta de mejoría el viernes 10 de noviembre, Carlos solicitó insistentemente la atención de alguien de la subdelegación, ya que habían pasado más de 24 horas sin un ultrasonido abdominal y su dolor persistía.
Finalmente, fue atendido por el subdirector Alberto Cundapi Velázquez, quien ordenó realizar otros rayos X abdominales de control. Los resultados se obtuvieron a las 11 de la mañana del día siguiente, y después quedó a la espera de más información.
Al no obtener respuestas, Carlos buscó al Dr. Cundapi alrededor de las 17:00 horas, sin éxito. Posteriormente, un medio desconocido lo dio de alta.
Carlos fue diagnosticado con infecciones de vías primarias, sitio no especificado (N390). El tratamiento farmacológico incluía ciprofloxacino de 250 mg y omeprazol cápsulas de 40 mg, que tuvo que comprar debido a la falta de suministro en la farmacia.
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A pesar de seguir sintiendo dolor, decidió acudir al hospital general Manuel Velasco Suárez. Aunque era derechohabiente del IMSS, fue atendido por el médico Guillermo Ramírez, quien solicitó un ultrasonido abdominal. Los resultados revelaron una hernia inguinal derecha no comprometida, microlitiasis renal izquierda tipo arenilla y datos sonográficos de proceso apendicular modificado. Lo dieron de alta y le indicaron presentarse urgentemente en el IMSS debido a su estado grave.
Al regresar el sábado 11 de noviembre a urgencias, el médico en turno lo ingresó nuevamente y se repitió el protocolo de estudios de laboratorios y ultrasonido abdominal, que debieron hacerse desde el primer día en el IMSS.
El estudio arrojó un proceso apendicular que requería valoración urgente por el área de cirugía general y una intervención quirúrgica para la extracción del apéndice.
Durante la intervención quirúrgica, se detectaron anomalías y tumoraciones en el intestino grueso. Cabe mencionar que el cirujano no comentó las anomalías a los familiares y procedió a su extracción. Fue al finalizar la cirugía que comentó lo sucedido.
La familia expresó su inconformidad, ya que no se analizó el caso clínico previamente ni se realizaron estudios para determinar la naturaleza de las anomalías. Exigen una explicación conforme a la norma clínica y las guías prácticas clínicas, además de que los médicos expliquen por qué se recurrió a la extracción total del intestino grueso sin su consentimiento, resultando en la colocación permanente de una colostomía.