Hace exactamente 25 años, el 8 de septiembre de 1998, el devastador Huracán Mitch tocó tierra en la costa de Chiapas, marcando un trágico capítulo en la historia de la región. Uno de los lugares más afectados por la furia de este fenómeno natural fue la Comunidad Valdivia, la cual literalmente desapareció del mapa y donde cientos de personas perdieron la vida.
El Huracán Mitch, que alcanzó la categoría 5, provocó caos y destrucción a su paso, inundando comunidades enteras, desencadenando deslaves y derrumbes mortales. Decenas de localidades quedaron sumergidas bajo el agua y el lodo, y el saldo de vidas perdidas fue desgarrador.
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Testigos de aquel trágico evento aún recuerdan con lágrimas en los ojos la terrible devastación que presenciaron. Muchos describen a la Comunidad Valdivia como un "pueblo fantasma", donde la pérdida de seres queridos es una herida que nunca sanará, y donde las casas que alguna vez fueron hogares ahora son tumbas para muchos de ellos.
Sin embargo, en medio de la tragedia, surgió un hecho mítico y esperanzador. La Iglesia Católica de San Román, ubicada en la Comunidad Valdivia, fue el único edificio que resistió la furia del huracán y quedó intacto. A pesar de la destrucción que lo rodeaba, la iglesia permaneció de pie, lo que los sobrevivientes vieron como un milagro en medio del caos.
Hoy en día, esa misma iglesia continúa siendo un símbolo de resiliencia y esperanza para la comunidad. Sirve como un recordatorio de la fuerza de la fe y la capacidad del espíritu humano para sobrevivir y reconstruir, incluso en medio de las tragedias más desgarradoras.
El paso del Huracán Mitch por Chiapas dejó cicatrices imborrables en la memoria de la región, pero también inspiró historias de valentía y solidaridad. A medida que se conmemora el vigésimo quinto aniversario de esta tragedia, la comunidad recuerda a aquellos que perdieron sus vidas y sigue adelante con la esperanza de un futuro mejor.
El devastador huracán dejó un rastro de destrucción en la costa de Chiapas
Pijijiapan fue otro municipio afectado, pues, en la madrugada del 8 de septiembre, las alarmas comenzaron a sonar en todo el municipio. Las campanas de la Iglesia católica hicieron sonar sus llamadas de emergencia, luego de ver que los ríos estaban desbordados y la tragedia se cernía sobre la comunidad.
En el recuento de las afectaciones se encontró un panorama desolador, donde más de 800 casas, incluyendo viviendas de lámina, teja, losa e incluso de dos plantas en diversos barrios del municipio, quedaron destruidas. Además, más de 8 escuelas fueron completamente derribadas.
La comunidad de Pijijiapan quedó prácticamente incomunicada, y durante 20 días, los caminos rurales quedaron intransitables, los puentes de la carretera internacional colapsaron, y la red de energía eléctrica fue devastada en gran parte. La población se quedó sin electricidad durante más de 15 días, y la línea telefónica quedó fuera de servicio.