En una charla inmersa en cultura, baile y tradiciones, la Maestra Lucía Cruz desentrañó los matices históricos del icónico traje de chiapaneca, cuya evolución refleja no solo cambios estéticos, sino también conexiones profundas con la historia, religión y estilo de vida de antaño.
El término "traje de chiapaneca" arraigado desde la época de la Conquista española ha experimentado una metamorfosis notable. Se inició en la década de los 40 en un tono "monocromático" para luego, en los años 70, desplegar una diversidad de matices y colores.
Más allá de su evolución estilística, este atuendo guarda una relación íntima con el pasado y las costumbres locales. Según la Maestra Cruz, su presencia en la historia se remonta a la Federación de Chiapas a México en 1824, cristalizándose simbólicamente con la construcción del Monumento a la Bandera en 1942.
Sus orígenes, el vestuario se limitaba a camisas o blusas con la técnica del 'contado', en punto de cruz, utilizadas en eventos especiales. Con el tiempo, se introdujeron modificaciones. El traje de aquel entonces, aproximadamente en 1914, se caracterizaba por un contado en blanco y negro sin vuelo, acompañado de una enagua lisa sin olán. La tradición dictaba que cada mujer confeccionara su propia ropa, siendo el bordado una habilidad común entre ellas.
Durante la Colonia en 1522, las mujeres chiapanecas utilizaron materiales europeos para embellecer sus trajes: el matizado y el encaje español. Sin embargo, la adquisición de este último era difícil, limitando el vuelo del atuendo.
El tul se convirtió en un recurso fundamental para la ornamentación, con pequeñas flores de un centímetro sin un patrón definido al inicio, evolucionando luego hacia el modelo de la rosa en la década de los 30. Esta transformación marcó un hito en el diseño.
El trayecto del vestido de chiapaneca ha sido notable, pasando de ser una prenda cotidiana a un atuendo elegante de relevancia internacional, destacado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Cosido a mano y originario de Chiapa de Corzo, este traje, representativo de Chiapas, busca reflejar la riqueza de la flora local, contrastando con la exuberancia de la selva, motivo por el cual el tul para el bordado es negro. Una historia rica y colorida en cada puntada.
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