Ocozocoautla de Espinosa, es uno de los municipios de la región Metropolitana, es rico en cultura, es grande en sus tradiciones, en esa grandeza ha tenido gran participación el maestro Rogelio González Pimentel, de gran sabiduría para la fabricación de máscaras que usan los hombres y mujeres que practican la danza.
Desde La Casa de las Máscaras, el maestro de 65 años de edad, ha sido partícipe de muchas alegrías del gran pueblo de Ocozocoautla de Espinosa, la máscara que ha elaborado con sus manos a base de madera forma parte de la indumentaria de los danzantes del “Carnaval Zoque Coiteco”.
En el taller huele a madera, a pinturas, a resina, Don Rogelio es siempre un hombre serio, es conocido por la sociedad en la cabecera municipal y más allá de su municipio, es un hombre calmado, siempre se cuelga un mandil en el cuello, muy atento a sus dibujos, su mirada puesta en su herramienta con la que moldea la madera, poco a poco le da al pedazo de madera la figura de un rostro humano.
Sus productos poseen denominación de origen con el sello Marca Chiapas, que lo identifica en el mundo, se dedica a la talla de la madera desde hace poco más de 30 años, presume que su primera máscara la elaboró cuando era niño, de entre 9 y 10 años, con la mirada de su señor padre que se dedicaba a la agricultura, hoy es parte de la algarabía de su bello municipio.
En su empresa le acompañan además de madera, una diversidad de herramientas, sostiene que su gran gusto sigue siendo la máscara de manera, el producto local, expone que no será sustituido por la modernidad, como las máscaras de plástico y de hule, por ello el sello de la Marcha Chiapas, es dueño de su propio estilo a base del trozo de manera de cedro, tortugo, sospo y copal, sus piezas son acabados perfectos.
Sus piezas forman parte del colorido del Carnaval Zoque Coiteco que sincretiza la herencia de elementos de las culturas prehispánica, árabe y española, está presente en la preservación las tradiciones, uno de los festejos más grandes y reconocidos de Chiapas, junto con el Carnaval Zoque de Tuxtla Gutiérrez, el calalá de Ocozocoautla y el Carnaval de Chamula.
Don Rogelio dice que no lleva un registro de sus máscaras, las vende desde 200 pesos, 800 pesos, mil pesos, mil 500 pesos, dependiendo el modelo que haya solicitado su cliente es el tiempo o días para su fabricación, desde un día hasta cinco días, de las que llama las más censillas en el año podrá realizar unas 300, pero otras de más calidad, pueden ser unas 100 o 200.
Dice que hasta hace 30 años se dedicaba a la albañilería, una vez que descubrió su talento por las máscaras, la talla en madera en su pasión, las que elabora son distintas a las máscaras de los parachicos de Chiapa de Corzo, "no son iguales, nada que ver, para mí aquellas son más sencillas, las mías las veo más difíciles, es más las puedo elaborar, pero lo mío es la máscara de Ocozocoautla de Espinosa, para el Carnaval Zoque Coiteco, que este año no hubo y por lo tanto no vendí bastantes máscaras".
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El único problema que se le presenta es que cada vez es más complicado conseguir madera, lo obtiene con sus amigos y vecinos, tiene que ser madera muerta, pero a pesar de ello yo sigo con mis máscaras, aunque en los últimos años he elaborado tres imágenes religiosas, una de ellas es la Virgen de Guadalupe, de un metro y medio, que lo vendió a seis mil pesos, pero lo mío son y seguirán siendo las máscaras hasta que Dios determine, aseguró.
El Carnaval Zoque Coiteco es conformado por rituales y danzas que en tiempos ancestrales rendían tributo al sol, el pueblo le pedía buenas cosechas, los participantes se congregan en juntas llamadas "cohuinas", es decir "casa de jefe", lugares de donde salen los personajes principales como "El Mahoma de Cabeza de Cochi", "El Caballo", "El Mahoma Goliat" o "El David".
Tienen participación otros personajes como la mona, el tatamonos, los arreadores, el cazador, los "shores" y los soldados ataviados con coloridas vestimentas tradicionales y máscaras que representan la lucha entre el bien y el mal, representan la danza de los enlistonados, del tigre y del caballito, culminan con el baño de "zapoyol", que simboliza la depuración del alma.