Hoy se cumplen 18 años desde que la comandante Ramona, destacada líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), partió a causa de una enfermedad, pero lamentablemente, su memoria parece haber caído en el olvido, incluso por aquellos a quienes dedicó su vida a luchar por sus derechos y contra la discriminación en México.
La comandante Ramona, originaria del municipio tzotzil de San Andrés Larrainzar en la región de los Altos de Chiapas, perdió la batalla contra el cáncer el 6 de enero de 2006. Su nombre resonó en todo México cuando salió a la luz como una de las mujeres valientes que se enfrentaron al gobierno federal el 1 de enero de 1994, durante el levantamiento zapatista. A pesar de las adversidades, no abandonó la lucha y dedicó varios años de su vida a combatir la discriminación que afecta a las comunidades indígenas en el país.
Actualmente, sus restos descansan en su tierra natal, en el panteón municipal de Larrainzar, lugar al que solo sus familiares se acercan en los meses de noviembre. La falta de pronunciamientos por parte de la comandancia del EZLN sorprende, ya que la figura de la comandante Ramona es recordada por diferentes organizaciones por su incansable trabajo en favor de las mujeres indígenas de México.
Ramona fue la primera mujer en liderar una caravana desde la Selva Lacandona hasta la Ciudad de México, haciendo paradas estratégicas en San Cristóbal de Las Casas. En el Zócalo de la capital, pronunció palabras que resuenan en la memoria colectiva: "Yo soy la comandante Ramona del EZLN. Soy el primero de muchos pasos de los zapatistas al Distrito Federal y a todos los lugares de México. Esperamos que todos ustedes caminen junto a nosotros. Esta es nuestra palabra, hermanos y hermanas mexicanos. Gracias".
A pesar de su contribución significativa, la tumba de la comandante Ramona ha sido olvidada, sin visitas ni homenajes, ni siquiera por la comandancia del EZLN. La Dra. Olga López Sánchez, al recordar a la comandante Ramona, destacó su legado como inspiración para las mujeres indígenas, instando a continuar la lucha por el bienestar de los pueblos originarios.
Hoy, en el aniversario de su fallecimiento, el silencio y la falta de conmemoración ponen de manifiesto la triste realidad de un olvido que pesa sobre la figura de una luchadora incansable que dedicó su vida a la causa zapatista y a la defensa de los derechos de las comunidades indígenas en México.
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