Tuxtla Gutiérrez.- Álvaro Cróker, un venezolano de 28 años, junto con su esposa Lorena, de 26 años, y sus dos hijos de nueve y cuatro años, Armando y Samuel, emprendieron hace cuatro meses un viaje con la esperanza de llegar a los Estados Unidos en busca de una vida mejor. Sin embargo, su travesía se ha visto empañada por experiencias difíciles en México.
Hace una semana, la familia llegó a Monterrey, Nuevo León, siendo bajados del autobús del Instituto Nacional de Migración (INM) con la promesa de ser llevados a un refugio. Sin embargo, la realidad fue distinta. Fueron despojados de sus teléfonos, documentos y pertenencias personales. Después de un día bajo custodia migratoria, los trasladaron en avión a Villahermosa, Tabasco, con la intención de deportarlos a Venezuela.
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En Villahermosa, pasaron doce horas en un cuartel policial antes de ser liberados a las calles. Sin embargo, antes de dejarlos en libertad, fueron despojados de sus pertenencias restantes, incluyendo carpas, utensilios personales, ropa, y alrededor de 500 dólares en efectivo. Los obligaron a firmar un documento comprometiéndose a abandonar el país, bajo la amenaza de ser deportados si eran detenidos nuevamente.
A pesar de estas adversidades, la familia Cróker persiste en su objetivo de llegar a los Estados Unidos. Actualmente se encuentran en Tuxtla Gutiérrez, donde Álvaro, con su hijo de nueve años, se para frente a una tienda de conveniencia para recaudar fondos para boletos de autobús hacia Juchitán, Oaxaca. La familia tiene la intención de pernoctar allí por unos días antes de continuar su viaje hacia la Ciudad de México.
Álvaro describe la travesía por la selva del Darién entre Colombia y Panamá como "un paseo" en comparación con las dificultades que han enfrentado en México. Critica el trato recibido por el Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional, afirmando que, aunque ha aprendido a disfrutar de la gastronomía mexicana, el trato de las autoridades migratorias ha sido negativo.
Evitar deportaciones ha tenido un alto costo para la familia, quienes han tenido que pagar cuotas al personal. Álvaro señala la falta de apoyo real por parte del Grupo Beta de Protección a Migrantes, afirmando que este grupo parece estar en contra de los migrantes en lugar de defender sus derechos.
A pesar de las dificultades, la familia agradece a la sociedad chiapaneca que les ha brindado apoyo económico durante su estadía en Tuxtla Gutiérrez. Con esperanza y confianza en Dios, Álvaro Cróker sigue adelante, enfrentando los desafíos del camino y anhelando alcanzar el sueño de una vida mejor para su familia en los Estados Unidos.