Migrantes de Venezuela varados en Tuxtla Gutiérrez han encontrado en el plástico y aluminio la forma para obtener dinero que les permita financiar su camino con destino a los Estados Unidos de América. El kilogramo de PET se les paga a 10 pesos y el kilogramo de aluminio a 25 pesos.
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La señora Del Valle Hernández dice que tiene sueños e ilusiones como migrante y como persona. Su meta es llegar a los Estados Unidos y poder comenzar una vida nueva lejos de tanta violencia y despojo en Venezuela, lejos de tanta desesperanza, y de tantas cosas que les arrebataron los políticos de su país.
Ahora, dice, tiene como principal meta llegar, trabajar y poder tener otra vez a su hijo con ella. Para financiar su viaje, recolecta plástico y aluminio en las plazas, calles y contenedores, para poder sobrevivir y guardar un poco de dinero para seguir adelante con el viaje; reciclar es su forma de hacer dinero en Tuxtla Gutiérrez.
Una vez que lo recolecta, lo vende para conseguir dinero. Con sus ingresos puede comprar la comida del diario y guardan un poquito para seguir el viaje. Ese es el trabajo de todos los días desde hace tres semanas, y tiene grandes esperanzas de poder reunir el costo de su traslado de Tuxtla Gutiérrez a la frontera sur de México con Estados Unidos de América.
Por su parte, Sulexi García, también de Venezuela, dice que le apremia trabajar. Ella viene migrando desde el 2018 de Venezuela; su primera parada fue Colombia. Se ha pasado de país en país, y en Tuxtla Gutiérrez lleva tres meses. Lo que aprendió en Colombia, reciclar plástico, lo hace en la capital de Chiapas.
Camina con su niña de cuatro años por las plazas y calles de Tuxtla Gutiérrez para buscar PET y aluminio. No puede buscar otro trabajo porque no tiene con quien dejar a su hija; carga con ella y aprovecha que en esta ciudad, dice, pagan bien por el plástico y aluminio, a 10 pesos y 25 pesos el kilogramo, respectivamente.
Una vez que han colectado el plástico, llegan a las empresas que lo compran. Venden el producto; en el plástico les aumentaron un peso, comenzaron vendiendo a nueve pesos y el aluminio les aumentaron 2 pesos, iniciando su venta a 23 pesos el kilogramo. Cuenta que no se siente bien; ella durmió un mes y quince días con su hija en la calle en una carpa. Una señora les presta casa y han evolucionado; eso es lo que busca, de muchas cosas en Colombia donde ya habían avanzado con algunos bienes después de perder todo en su Venezuela.
Ambas mujeres se tratan como hermanas. Juntas, salen todas las mañanas en busca del plástico y del aluminio, regresan tras obtener un buen volumen que les permita ingresos superiores a los 200 pesos diarios a cada una. Se financian sus alimentos, se restringen en sus gastos y ahora un poco para seguir su camino. No saben cuándo saldrán de Tuxtla Gutiérrez, pero creen que llegará el momento en que cruzarán la frontera México - Estados Unidos de América.
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