A pesar de los avances que ocurrieron en la materia en los últimos años, el mercado laboral de la entidad aún tiene vocación masculina, según estudios de la Escuela Bancaria y Comercial (EBC), Campus Chiapas y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La docente de la EBC, Campus Chiapas, Elena García Aguilera dijo que el estado registra la tercera tasa de participación laboral masculina más alta del país, con 76 por ciento; y también el índice de ocupación laboral femenina más baja de México, con 22 por ciento, lejos del promedio general de 33 por ciento.
“El varón trabaja porque es el hombre de la casa y punto. Seguimos siendo un país machista en el que muchas veces no se le deja trabajar a la mujer”, afirmó.
La brecha es mayor en las zonas rurales. Mientras en esas áreas de la entidad los varones contabilizaban una tasa de participación laboral que oscila entre 74 y 78 por ciento; en las féminas ese indicador es de apenas 10 por ciento.
DESCONEXIÓN RURAL
Dicha tasa refleja a la gente que produce y/o presta servicio fuera del hogar y percibe un salario. En el caso de las regiones rurales, el número, “es un reflejo más de la desconexión que existen entre la población rural y las oportunidades de trabajo que existen”, opinó.
El Inegi estimó que, en el estado, sin contar las actividades agropecuarias, hay 456 mil 13 personas que laboran: 257 mil 781 son del sexo masculino y 198 mil 332 son del femenino, equivalente a 56.5 y 43.5 por ciento del total, respectivamente. Servicios de alojamiento y de preparación de alimentos y bebidas, así como el comercio al por menor son las gestiones en las que ellas están más involucradas, con 68.3 y 61.5 por ciento del total, en ese orden.
En México, 26.6 por ciento de las damas que trabajan o trabajaron alguna vez, experimentó algún acto violento; en Chiapas la tasa fue de 19.8 por ciento, destacó.
Mañana México conmemora el Día Internacional de la Mujer que data de 1911. Surgió por los cambios generados por la industrialización y los movimientos que ellas lideraron, en los que pugnaron para que les fueran reconocidos los mismos derechos que los hombres. El festejo fue formalizado por la Organización de las Naciones Unidas en 1975 y arribó a América Latina en la década de 1980.