El arzobispo de la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, Fabio Martínez Castilla, hace un llamado a defender a la familia de los diversos embates que hoy por hoy sufre, es el gran proyecto para alcanzar la felicidad integral en esta tierra y también un espacio privilegiado para crecer en santidad; sin familia no hay humanidad, ni progreso ni felicidad.
"Hoy quisiera invitar a todos los fieles creyentes y personas de buena voluntad a volver nuestros ojos al proyecto para la familia, defenderla de los diversos embates que hoy por hoy sufre; porque en la medida que tengamos familias fuertes, arraigadas en los valores humanos y cristianos, tendremos comunidades fortalecidas y respetuosas de la dignidad de todos los seres humanos".
El próximo primero de enero estaremos celebrando la Jornada Mundial de la Paz, en su versión número 54, y que en el año 2021 tiene como lema: “La cultura del cuidado como camino de paz”; esta conmemoración quiere ayudarnos a todos, creyentes y personas de buena voluntad, a reconocer la importancia del trabajo de todos para construir constantemente la paz en los espacios donde nos desarrollamos, abundó.
Asumir una constante actitud de cuidado a favor de todos, hasta que se haga cultura; frente a una cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día, es necesario hacernos cargo los unos de los otros y también de la creación, para construir una sociedad basada en relaciones de fraternidad, planteó.
Martínez Castilla destacó que la Iglesia quiere presentar el “corazón palpitante de la doctrina social”, que se ofrece a todos los hombres de buena voluntad como un rico patrimonio de principios, criterios e indicaciones, del que se puede extraer la “gramática” del cuidado: la promoción de la dignidad de toda persona humana, la solidaridad con los pobres y los indefensos, la preocupación por el bien común y la salvaguardia de la creación.
Sabemos que la violencia está presente de diversas maneras en la sociedad, las causas del conflicto son muchas, pero el resultado es siempre el mismo: destrucción y crisis humanitaria. “Debemos detenernos y preguntarnos: ¿Qué ha llevado a la normalización de los conflictos en el mundo? Y, sobre todo, ¿Cómo podemos convertir nuestro corazón y cambiar nuestra mentalidad para buscar verdaderamente la paz en solidaridad y fraternidad?”, reflexiona.
La promoción de la cultura del cuidado requiere un proceso educativo y la brújula de los principios sociales, y en este sentido, la educación para el cuidado debe nacer en la familia, núcleo natural y fundamental de la sociedad, donde se aprende a vivir en relación y en respeto mutuo, puntualizó.