La señora Olga Patricia Sarmiento tiene 58 años vendiendo en la avenida central esquina con segunda poniente, ha visto grandes transformaciones de la capital de Chiapas, desparecer y nacer comercios, le ha tocado ver cambios en el urbanismo, el único negocio que se sostiene es el suyo, ha superado la embestida de la modernidad y la globalización, podrán ser mínimos sus ingresos pero presume que ha tenido capacidad para darles estudios a sus hijos.
Fue vendedora del primero parque central de Tuxtla Gutiérrez, en ese espacio vendía elotes, naranjas y manguito verde, pero en el sitio actual lo dejó vendiendo su señora madre, el permanecer y perseverar en el puesto le ha tocado ver la modernización en varias épocas de la Catedral Metropolitana de San Marcos y el Colegio de Niñas al lado, así como refresquerías y hoteles, desapareció la fuente frente a la Catedral, así como las paradas del transporte público, pero ella sobrevive con su negocio, dice que quitaron lo bonito y colocaron lo más feo.
Dijo en entrevista que comenzó a vender con su señora madre cuando tenía muy pocos años, a los 23 años de edad cuando se casó y se independizó, fue su mamá quien la dejó en el puesto y en el lugar que ocupa ahora en frente del edificio Maciel, propiedad de la Universidad Autónoma de Chiapas, nació en el Barril San Pascualito, ha formado una clientela cautiva a quienes oferta cocadas, jocote curtido, nachi curtido, cocktail de fruta, manguito verde, cacahuate, chicharrón, chicharrón, sus productos los prepara diariamente.
Tiene productos desde los 10 pesos, de 15 pesos, 25 pesos, recibe de la gente mucha gente la bendición, dice que les ofrece productos de calidad, sus productos son parte de la grandeza que tiene el estado, a sus 73 años de edad se siente fuerte, útil y mujer de mucho ejemplo para sus hijos y siete nietos, es madre de nueve hijos y cuenta con cuatro nietos, con sus picos ingresos les dio estudios a sus hijos, ya tienen su propia casa, desde que siempre les vaya bien, que saquen provecho a todos, y que lo mejor sea la honestidad.
Revela que es una madre feliz y abuela muy consentidora, llega a instalar si puesto en el ave ida central y segundo poniente desde las 10 de la mañana a las siete de la noche, hasta las ocho de la noche, es una invitación permanente a comprarle sus productos, trabaja más de una jornada laboral, gana menos que un salario mínimo, pero no deja de tener ingresos, está consciente cuando no se vende y cuando si se vence mejor, los ingresos alcanzan para poner un poquito bien.
El último negocio que desapareció en la primera sur y primera poniente, fue el restaurante Flamingo, vio nacer comercios, su mercancía son productos de calidad, compra sus insumos cada cuatro o cinco días, directamente en la central de abastos, aspira a llegar a manos de edad, todos al gusto del cliente, cuenta que atiende a sus clientes con un gran corazón.
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