“Sofía” nació en una familia con un padre alcohólico, el mismo que murió en la calle por esa enfermedad, su madre trabajó toda la vida para sacarla adelante, su abuelita la crió y nunca se enteraron que ella fue violada a los cuatro años por un familiar muy cercano y que no dijo nada por miedo.
Cuando ya era jovencita salió embarazada y se tuvo que ir a vivir con el padre de su hijo creyendo que todo sería diferente, pero estaba muy equivocada, porque pasó 25 años viviendo con su suegra, una mujer que decidía qué hacer en su casa y con sus hijos, incluidas las nueras.
Durante esos 25 años, siempre trabajó para llevar el sustento a casa, su marido nunca fue responsable, era alcohólico, le pegaba, fue víctima de violencia física, emocional, económica, hasta que un día decidió dar ese paso que había intentado otras veces y que por miedo no daba.
Cuando recibió un dinero, les dijo a sus tres hijos que se fueran con ella a rentar una casa donde ya no hubiera golpes, insultos, violencia, llantas, gritos, y así sucedió, y su pareja a los 20 días que se habían ido, ya tenía otra mujer en su casa, lo que le dolió mucho.
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Al estar con sus hijos las cosas empeoraron, el mayor se refugió el alcohol, su hija salió embarazada y el padre de ellos le decía que todo eso era su culpa, lo que la hundía aún más en una profunda depresión que la llevó a caer también en el alcoholismo, en ese lapso intentó dos veces escapar por la puerta falsa para acabar de sufrir, en ese vicio navegó un tiempo muy corto, de 18 a 24 meses, hasta que alguien le dijo que existían grupos de ayuda y se acercó a Neuróticos Anónimos, pero tras el paso de 24 meses en ese programa sentía que su depresión estaba ahí, intacta.
Fue hace 5 años que vivió una experiencia en el grupo de AA, y desde entonces ha luchado contra todo eso que la marcó desde niña, hoy ya lleva 16 años viviendo sola, cada mes se va de servicio a la finca que la ha ayudado mucho a sanar poco a poco, sigue trabajando, como siempre lo ha hecho, asegura que hay cosas que aún no supera, que duelen todavía, hay otras que ya aceptó, pero reconoce que hay mucho que hacer por ella todavía.
Sofía llora por ver a su hijo mayor consumiendo drogas, ella cree que es por todo lo que vieron de niños con su padre, celebra que sus dos hijas estén bien, y por la noches, dobla sus rodillas y le pide al ser superior que ayude a su primogénito a salir de ese mundo, lamenta que aunque ya vivió experiencias de AA todavía no quiera cambiar.
Hoy y con su experiencia de vida le dice a sus compañeras mujeres que no tienen que vivir soportando maltratos, golpes, vejaciones de su pareja, tiene que salir, buscar ayuda para ellas y sus hijos, para no acabar cometiendo un delito en contra del marido o tomando fatales decisiones, existen grupos de iglesia u otros movimientos donde hay una oportunidad para poder salvarse.