Ellas son Juana Reynalda, Josefa Valentina y sus primas Josefa Magdalena, María Patricia y María Mercedes, cinco jóvenes tsotsiles que han decidido salir adelante con sus propios medios y buscar alternativas para mejorar la economía de sus familias.
A pesar de ir contra los usos y costumbres de su comunidad, son originarias de Nachig, municipio de Zinacantán; ellas, a iniciativa de Juana Reynalda López de la Cruz, decidieron buscar alternativas para mejorar sus conocimientos de producción: bordados para blusas, faldas y bolsas artesanales.
Fue así como comenzaron su historia y decidieron emprender la aventura que los llevo a hacer cursos de bordado; aprendieron nuevas técnicas, consejos y pasaron la materia de corte y confección y alta costura con expertas en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
“Me interesó y fui a preguntar, luego una amiga me dijo que era más fácil hacer los bordados con nuevas formas, primero fuimos con mi hermana Josefa Valentina; después invitamos a nuestras primas y una amiga de ellas, así empezamos, ahora hacemos más prendas en menos tiempo, mejoramos nuestros ingresos y ayudamos en la casa”, afirma, mientras sostiene una prenda recién elaborada.
Las cinco jóvenes indígenas ahora cuentan que han aprendido, no sólo a bordar, sino a hacer gelatinas, tejidos nuevos, cortes de cabello, belleza; estos cursos les han permitido a todas obtener ingresos que ayudan a la economía de sus familias.
Las jóvenes tsotsiles ahora exhiben sus prendas artesanales y productos en su comunidad, Nachig, pero no descartan que pronto puedan acudir a las exposiciones artesanales en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
“María Mercedes es la que se dedica más a las gelatinas, les quedan bien bonitas y todos los domingos pone su puesto, le va muy bien, ahora hasta pedidos particulares hace, sobre todo en cumpleaños y fiestas”, dice Juana, la más desenvuelta de todas.
Asegura que también hicieron un curso de alimentos y bebidas “sabemos hacer cocteles con posh, comida china, vegetariana y pastas; nos va bien, cada una de nosotras se ha como que especializado en cada cosa para no hacer competencia entre nosotras mismas acá en el pueblo”, dice Josefa Valentina López de la Cruz.
En tanto que las hermanas Josefa Magdalena y María Patricia López Gómez, coinciden en señalar que ahora ya hay más libertades para las jóvenes de elegir en qué trabajar “ahora podemos decidir qué hacer y nosotras decidimos tomar cursos y dedicarnos a hacer bordados artesanales, lo hacemos rápido y de acuerdo a la moda en el pueblo, la moda son los colores”, afirma Josefa Magdalena.
Una bolsa pequeña bordada a mano tiene un costo aproximado de 200 pesos, las gelatinas oscilan entre los seis y 10 pesos, según el tamaño; “las bolsas sólo las hacemos por pedidos y de acuerdo a la moda, la temporada es por colores, hacer una bolsa nos lleva 15 días, una blusa un mes y medio en bordado punto de cruz hecho a mano; sabíamos lo básico, ahora tenemos más herramientas que nos ayuda a crear nuevos diseños en los bordados”, asegura.
Más callada que sus compañeras María Mercedes Sánchez López alcanza a decir que su familia está contenta y le gusta lo que hace, sus hermanos y sus papás prueban sus gelatinas y están asombrados por las figuras que puede hacer con ellas.
Las cinco jóvenes emprendedoras tendrán un futuro diferente al de sus compañeras, y han hecho valer su libertad para elegir lo que les gusta hacer. Juana tiene 23 años de edad; Josefa Valentina, 30 años; Josefa Magdalena, 29 años; María Patricia 18 y María Mercedes 21; ellas juntas han decidido cambiar su destino a través del conocimiento y ahora han iniciado con su propio negocio.