Debido al incremento del desplazamiento forzado en comunidades indígenas de Chiapas, el martes la Organización Sociedad Civil “Las Abejas de Acteal” llevó a cabo una jornada de oración y ayuno por la paz de los pueblos y comunidades que están siendo asediados por los grupos del crimen organizado, reveló José Alfredo Jiménez, integrante de la agrupación tzotzil.
En entrevista para El Heraldo de Chiapas, el también sobreviviente de la masacre de 1997 señaló que además, como parte de las acciones para reconstruir el tejido social, decidieron reinstalar el Campamento Civil por la Paz en la comunidad de Yibeljoj, municipio de Chenalhó. Este campamento, puesto en marcha en octubre del año 2000, dejó de funcionar y en esta ocasión se habilitará con una capacidad para recibir hasta 200 personas desplazadas.
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“Hoy hemos decidido redignificar con ayuno y oración un espacio físico en nuestra comunidad Nuevo Yilbejoj. Retomamos el espacio y hemos montado un campamento que nos permita mantener viva la memoria y la esperanza. Con esta acción pretendemos enviar un mensaje a los tres niveles de gobierno para que atiendan nuestras demandas de paz y justicia”, puntualizó Jiménez.
De acuerdo con activistas y defensores de derechos humanos, la violencia en los municipios de Pantelhó y Chenalhó inició el pasado 10 de julio, cuando un grupo de hombres armados irrumpió en la comunidad de Tzanembolom, provocando que alrededor de 110 personas quedaran atrapadas por más de una semana en una escuela primaria de la localidad, en medio del fuego cruzado.
Sin embargo, una semana después, alrededor de 800 pobladores indígenas de las comunidades La Esperanza y San Clemente también fueron obligados a dejar sus viviendas tras un enfrentamiento entre dos grupos criminales, el cual duró más de 12 horas y dejó a decenas de familias refugiadas debajo de las camas.
El representante de las familias de Acteal lamentó que hasta el momento ninguna de las autoridades de los tres niveles de gobierno haya atendido la espiral de violencia que se vive en Chiapas. Aseguró que los conflictos que han golpeado los pueblos han sido orquestados por partidos políticos y grupos criminales.
“Mujeres y hombres que sí queremos la paz, que sí queremos la justicia y vivir, caminar libres y sin miedo en nuestras comunidades, nos hemos organizado para juntar nuestros corazones y palabras, para exigir a los gobiernos que tomen en serio las demandas del pueblo mexicano que desde cualquier rincón del país reclaman: no más guerra, no más muertes”, puntualizó Jiménez.
Los integrantes de Las Abejas colocaron el letrero de identificación del campamento civil y realizaron jornadas de oración a cada hora en un altar improvisado, con el fervor y la confianza de que sus plegarias sean respondidas.
Hasta el momento, el desplazamiento forzado en esta región de Chiapas continúa. Durante el fin de semana, unos 210 indígenas tzotziles también huyeron de la violencia generada por delincuentes en la comunidad San José El Carmen, municipio de Pantelhó. En total, se han contabilizado tres comunidades vacías y más de 1,100 personas desplazadas.
Acusan vínculo de autoridades con el crimen organizado
Mientras tanto, las parroquias de Santa Catarina y San Pedro Apóstol de los municipios de Pantelhó y Chenalhó, respectivamente, denunciaron el presunto vínculo entre las autoridades y los autores de los hechos violentos en las regiones de la Sierra Fronteriza, Altos, Selva y otras más.
A través de un pronunciamiento firmado por el Consejo Parroquial, Coordinadores y Equipos Pastorales de ambas parroquias, se afirmó que los criminales se hacen más fuertes en presencia de los elementos de seguridad, dejando a familias sin tierra, sin casa y sin paz, al tener que desplazarse para no aliarse o venderse al crimen organizado.
“Los servidores públicos tejen redes de complicidad con el crimen organizado, diseñando estrategias de desplazamiento para luego ocupar sus tierras, saquear las casas y apropiárselas, violando todos sus derechos”, enfatiza el documento.
Los representantes de la iglesia señalaron que las víctimas se han resistido a formar parte de los grupos de traficantes de la muerte hasta perder la vida, y que las comunidades han perdido la paz cotidiana por el miedo a las detonaciones de armas de fuego.
“Manifestamos nuestra preocupación por la violencia sin control, mostrada en bloqueos, disparos continuos y enfrentamientos, que ha provocado el desplazamiento de comunidades y la muerte de personas inocentes”, señalaron los firmantes.
Finalmente, el documento de la iglesia precisa que las niñas y los niños viven con miedo y sin entender por qué deben salir de sus casas para buscar refugio en la montaña o en otro paraje, en lugar de jugar, mientras que los pobladores han abandonado sus cosechas por miedo a ser confundidos y alcanzados por una bala perdida.
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