Según el censo de población y vivienda 2020, Chiapas alberga a 5 millones 543 mil 828 habitantes, y un 51 por ciento de la población reside en zonas rurales. La migración de comunidades indígenas, especialmente tseltales y tsotsiles, hacia Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado, ha generado un fenómeno comercial en el centro de la ciudad.
En las plazas, principalmente en los alrededores de la Catedral Metropolitana de San Marcos, los indígenas ofrecen sus mercancías que van desde blusas y bolsas hasta rosarios y pulseras. Muchos de estos productos son elaborados por ellos mismos, mientras que otros son modificados para adaptarse a las preferencias del mercado local.
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Las mercancías tienen precios variados, con blusas desde 80 hasta 200 pesos, bolsas para dama entre 100 y 150 pesos, y una amplia gama de accesorios como rosarios y pulseras con precios que oscilan entre 20 y 100 pesos. La venta ambulante involucra a mujeres, niños y niñas, con algunas familias que trabajan en conjunto, diversificando su oferta para aumentar sus ingresos.
La migración indígena a Tuxtla Gutiérrez responde a la búsqueda de mejores oportunidades de vida que no encuentran en sus lugares de origen, como Chamula, Ocosingo, Tenejapa, Zinacantán, San Cristóbal de Las Casas, Tila, Sabanilla, entre otros. Aunque enfrentan dificultades económicas, algunos de estos comerciantes logran reunir ingresos semanales que les permiten subsistir, y regresan a sus comunidades principalmente en épocas festivas.
Los migrantes indígenas en la capital chiapaneca provienen de diversas etnias, incluyendo tseltales, tsotsiles, ch'oles, tojolabales, entre otros. La presencia de estos vendedores ambulantes no solo contribuye al dinamismo comercial de Tuxtla Gutiérrez, sino que también refleja la diversidad cultural de la región.
A pesar de sus esfuerzos, muchos de estos comerciantes indígenas no alcanzan a ganar el salario mínimo diario, que asciende a 207.44 pesos, y enfrentan costos de vida y alquiler en la ciudad.