El comercio informal en Tuxtla Gutiérrez, llamado por muchos como ambulante, debido a que se mueve de manera constante de un punto a otro, sigue presente en la vida económica y social de los capitalinos, no se quejan de las obras en construcción en la calle central sur, más bien se quejan del trato a veces inhumano de los fiscales de la presidencia municipal.
Se ubican en algún punto ofreciendo su mercancía, moviéndose de un lugar a otro; ocupan espacios en la calle central frente a los mercados público así como en la primera poniente sur, segunda poniente sur, tercera poniente sur lo mismo que en la primera segunda, tercera y cuarta oriente principalmente desde la segunda sur hasta la octava sur dónde interactúan con su comercio.
Luis López, un comerciante que se ubica en la primera poniente y sexta sur, dice que entre todos se tienen que proteger de los fiscales de la presidencia municipal, que han establecido los viernes como el día de operativos para pedirles que se retiren del primer cuadro de la ciudad, pero dice que no le hacen mal a nadie, que solo venden para ganarse la vida.
Doña Virginia Gamboa, vende café orgánico del municipio de Ángel Albino Corzo, conocido también como Jaltenango La Paz, en la región Frailesca, a 160 pesos el kilogramo, dice que desde hace seis meses ha tomado la decisión de vender en las calles y el único problema que tienen es la persecución de los fiscales, que no lo dejan trabajar, ella trae un costal de 69 kilos de café molido para ofrecer al público.
Asadores de calzado también sufren, con su caja en mano tienen que caminar de un punto a otro, otros cuentan que sus ingresos son mínimos diarios, desde los cien pesos a los doscientos, trescientos o cuatrocientos pesos, pero pagan renta, desde los 800 pesos a mil 500 pesos por persona, a veces se juntan tres o cuatro comerciantes en una vivienda, dependiendo sus ingresos y ganancias son sus inversiones, las que la van realizando según el producto que vaya saliendo, expone el indígena tseltal Cristian Miguel Sántiz.
Ofrecen una diversidad de productos como frutas, verduras, flores, chiles, dulces, trastes de barro, ropa para damas y caballeros, también para niños, incluyendo ropa interior, zapatos, cubrebocas, calcetines, mayonesa, blumer, entre otros artículos, cómo panes, tamales, estoraque, pero en su actividad no se quejan de los espacios ahora ocupados por las obras en construcción, más bien protestan por la persecución de los fiscales, no los dejan vender a gusto.
La presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez ha concedido privilegios para algunos vendedores informales, un promedio de 80, que están ubicados en céntricas calles, algunos con sombrillas de color azul, gafete, mandil o delantal de color azul o rosado, y no deben ser molestados en su actividad, aunque no deben cambiar de giro, lo cierto es que tienen protección de la autoridad, pues doña Lucía López, se dedica ala venta de estoraque en el centro, y también dice que sufre para poder vender.
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Mientras que los llamados informales son muchos más, miles, no hay padrón ni de los propios comerciantes, ni de la presidencia municipal, ni de la Cámara Nacional de Comercios, Servicios y Turismo de Tuxtla Gutiérrez, solo han reportado que podrían ser unos cuatro mil, pues no existe una estrategia de atención a este sector que los identifique, quienes son, cuántos son, de dónde vienen.
Solo piden una cosa, los comerciantes informales, que el ayuntamiento de la capital los deje trabajar, que cese la persecución de los fiscales, hombres y mujeres que se identifican por un celular en la mano, radio de comunicación, chaleco de color gris o morado similar al color de Morena, con la leyenda fiscales, constantemente les piden que se muevan, que caminen a otro punto del centro de la ciudad.