Chiapa de Corzo es un Pueblo Mágico, ciudad de cultura y tradición milenaria, su fiesta es conocida en el mundo pues fue declarada Patrimonio Cultural inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el año 2010.
Se distingue por sus edificaciones antiguas, por su riqueza arqueológica, gastronomía – principalmente la pepita con tasajo–; sin embargo, el gran distintivo es la Fiesta Grande de enero, que exhibe la belleza y prestigio de sus tradicionales vestimentas de las Chiapanecas y Parachicos.
En el centro de la ciudad colonial se localiza un personaje de tiene participación extraordinaria en la celebración que va del día 8 y hasta el 24 de enero: Don Antonio López Hernández. A sus 83 años de edad, se lamenta de ya no poder seguir elaborando la tradicional máscara de Parachico, la que fabricó hasta hace unos meses; aunque afirma sentirse orgulloso de haber dejado un legado y muchos maestros que siguen sus pasos.
Nació el 25 de julio de 1935 y desde los 17 años se ha dedicado a la fabricación de la tradicional máscara, una pieza elaborada a base de madera que es fundamental para el danzante. Utiliza trozos de madera desflemada, cedro, caoba o cupapé, así como otras especies que sus amigos le regalan, de piezas muertas que encuentra por los caminos, de ramas que le van regalando, o que va extrayendo de los campos cercanos.
Cuenta que ha recuperado algunas técnicas para la elaboración, tales como la preparación de un aceite a base de la semilla de la chía, el cual se emplea para pulir las máscaras que le dan calidad y una presentación extraordinaria, así como el uso del esófago de la res para los acabados.
LARGA EXPERIENCIA Y ENSEÑANZA
Don Antonio ha dado cátedras en varias partes del estado, del país y del extranjero, lo mismo que en el Ex-Convento Santo Domingo en su natal Chiapa de Corzo, sobre la elaboración de esta artesanía chiapaneca, así como en su taller particular cerca de las márgenes del río Grijalva. Ahí están sus herramientas, pero su enfermedad lo alejó del trabajo artesanal.
Con 66 años de experiencia en la fabricación de la máscara, relató a “El Heraldo de Chiapas” que el proceso es laborioso, requiere de cuidados, de paciencia, seguramente de ciencia, de hacer las medidas exactas, de la combinación precisa de las pinturas para generar la tonalidad adecuada del color, para un acabado de calidad para que el producto tenga gran valor cultural, histórico y artesanal.
Se especializó en la talla de madera, en la restauración de imágenes religiosas, pero su mayor éxito que presume con orgullo y que le ha valido obtener premios nacionales por la calidad de su artesanía, es la elaboración de la máscara de Parachico; muchos danzantes se acercan a él durante el año para encargarle una pieza que ha de tener lista antes del inicio de la Fiesta Grande de enero.
TIEMPO Y VALOR
Cuenta que en un lapso de 30 días se puede elaborar una máscara, el valor económico de su trabajo va desde los 4 mil hasta los 7 mil u 8 mil pesos por pieza, su vida seguirá ligada a esta artesanía.
La elaboración comienza con la selecciona la madera, los trazos, seguidamente se realizan los cortes y esculpidos. Poco a poco se va dando forma a la cara, lo que por tantos años de experiencia ve y hace con facilidad, pero –afirma– hay que tener paciencia, muchos dicen que se requiere de sabiduría, seguramente, pero para él es más la práctica para el éxito; fabricar la artesanía es su vida, su amor, mostrar su talento es su estilo de vida, por el que ha recibido un premio nacional.
Estas piezas tienen su mayor demanda en los meses de noviembre y diciembre, previo a la Fiesta de Enero de Chiapa de Corzo, durante la festividad es también demandada, los turistas también la adquieren; los Parachicos usan la artesanía para hacer los tradicionales recorridos por las calles al ritmo de la marimba.