Los barrios San Pascualito, Niño de Atocha y San Marcos, son los sitios donde se ha escuchado pasar al carretón de la muerte o también conocido como “el carretón de San Pascualito”, una de las leyendas que con el paso de los años se ha mantenido viva en la capital chiapaneca. De acuerdo con Jorge Alejandro Sánchez Flores, cronista municipal, esta leyenda ha trascendido e incluso aún existen testigos de quienes los escucharon pasar.
El cronista señala que esta leyenda también se ha escuchado en otros municipios de la entidad e incluso en países de Centroamérica como Guatemala y Honduras, sin embargo, Tuxtla Gutiérrez se ha apropiado de esta leyenda, ubicándola en los primeros barrios de la ciudad capital, involucrando a San Pascual Bailón, quien en ese entonces era señalado como el santo patrono de la ciudad.
La leyenda se sitúa en los años 1800, donde los pobladores zoques escuchaban como una carretera pasaban por las calles empedradas de la ciudad y se le llama carretón de la muerte porque su paso por alguna vivienda era significado o asociado de que la persona enferma que vivía en ese lugar, moriría.
Esta historia es una de las más enigmáticas y aterradoras del sureste de México, especialmente en Chiapas, donde ha perdurado a lo largo de generaciones. Su historia se remonta a épocas en las que la muerte y la religión se entrelazan de una manera que hoy parece extraña, pero que en su momento era parte del imaginario colectivo.
San Pascualito, también conocido como "San Pascual Bailón" o "El Carretón de la Muerte", es una figura venerada por algunos y temida por otros.
Según el relato, San Pascualito es la representación esquelética de la muerte y su leyenda comenzó a tejerse en un tiempo donde las noches eran oscuras, pues no había electricidad y las calles eran de tierra o piedra. En esas épocas, la vida cotidiana se llenaba de misterio y miedo, especialmente al caer la noche.
Se cuenta que en algún momento la imagen de San Pascualito fue alojada en la Iglesia de San Marcos en Tuxtla Gutiérrez, pero durante la quema de santos en 1934, cuando muchas imágenes religiosas fueron destruidas por el fervor anticlerical, la figura fue rescatada por los fieles. Algunos vecinos la escondieron en carretas cubiertas con paja o maíz para evitar que fuera quemada. Esta imagen de San Pascualito, que mostraba a un esqueleto, fue protegida y luego venerada por la gente del barrio, quienes con el tiempo comenzaron a celebrar su día cada 17 de mayo, con procesiones y festejos.
Pero más allá de su devoción religiosa, la figura de San Pascualito está asociada a una leyenda aterradora: el Carretón de la Muerte. Según la tradición popular, al caer la noche, especialmente a horas avanzadas como las 11 o 12, se escuchaba el crujido de una carreta que recorría las calles oscuras, que era conducida por un esqueleto: San Pascualito. La carreta avanzaba lentamente, y el ruido de sus ruedas sobre las piedras o la tierra seca eran inconfundibles.
La aparición de esta carreta era un mal presagio. Se decía que donde se detenía, al día siguiente, alguien moriría. Los vecinos que escuchaban el crujir de la carreta cerraban puertas y ventanas, llenos de miedo, pues se creía que aquellos que se asomaban para ver al Carretón de la Muerte podían ser los siguientes en ser reclamados por San Pascualito y si el esqueleto se detenía frente a una casa, significaba que la muerte venía por alguno de sus habitantes.
La leyenda trasciende
Este relato se mantuvo vivo durante años, transmitido de boca en boca por las familias de Tuxtla Gutiérrez. Incluso hoy, hay quienes aseguran haber escuchado la carreta pasar durante su infancia, sobre todo en los barrios más antiguos, donde las casas eran de caña de otate y madera, lo que hacía aún más escalofriante el sonido de las ruedas sobre el empedrado.
A pesar del temor que inspiraba, San Pascualito también era visto como un protector de la muerte. En su templo, que fue construido con recursos propios y rifas de los vecinos, la imagen del esqueleto era venerada por muchos.
El 17 de mayo, Día de San Pascualito, el esqueleto era sacado en procesión por varios barrios de la ciudad, acompañado por feligreses que le pedían protección y salud. Las mujeres, al entrar al templo, solían cubrirse la cabeza con mantillas y pasar por una especie de ritual de limpieza, en el cual se les pasaba una tela por el cuerpo para protegerlas.
La leyenda del Carretón de la Muerte ha sido documentada por cronistas, líderes religiosos y estudiosos de las creencias populares, y no solo en Chiapas, sino también en Guatemala, donde el culto a San Pascualito tiene una presencia significativa. Con el tiempo, la historia de San Pascualito y su carreta se ha ido transformando, especialmente con la modernización de las ciudades. Ya no es común que las personas teman escuchar el crujir de la carreta, pero la leyenda sigue viva en la memoria de los ancianos que la escucharon contar por sus padres y abuelos.
Hoy, la figura de San Pascualito sigue siendo venerada en su templo, donde la imagen del santo es centro de devoción para muchos. Aunque la relación entre este culto y la Iglesia católica a veces ha sido tensa debido a la naturaleza de la figura, el culto a San Pascualito sigue siendo una parte importante del imaginario cultural y religioso de Chiapas.
Las creencias
- De acuerdo con el cronista municipal Jorge Alejandro Sánchez Flores el carretón se ha escuchado en los barrios tuxtlecos Niño de Atocha y San Pascualito
- Se trata de una carreta de caballos que era guiada por un esqueleto (San Pascualito),cuyas ruedas crujían al pasar sobre el empedrado o tierra
- La gente le temía y cerraba sus puertas al anochecer pues las calles oscuras y solitarias eran el trayecto que más buscaba el carretón de la muerte
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