“Desierto” verde en Chiapas; siembra de palma africana

Consideradas plantaciones de muerte, podría traer más perjuicios que beneficios a la población

ELAM NÁFATE

  · viernes 31 de mayo de 2019

Chiapas produce 79 por ciento de la producción nacional de aceite de palma. / Fotos OEM

Chiapas es el estado con mayor beneficio económico por la producción de palma africana, pues de las 96 mil hectáreas establecidas en los estados del sureste, la entidad cuenta con el 60 por ciento de dicha superficie.

Chiapas tiene más de cinco mil productores dedicados al cultivo de esta planta, mismo número que tienen Tabasco, Campeche, Veracruz, cuya producción alcanza un millón de toneladas al año.

Este sector genera de manera anual una derrama económica superior a los mil 600 millones de pesos y el estado es el principal productor, dio a conocer José Luis Méndez Hernández, presidente del Consejo Nacional de Palmicultores en México.

Aunque las primeras plantaciones en Chiapas fueron establecidas en 1950, no fue antes de 2006, por la creación del Instituto Bioenergético de Chiapas, que el gobierno chiapaneco buscó extenderlas.

Lo que pocos saben es que éstas eliminan la flora local que sirve de alimento a la fauna regional. Los plantíos son egoístas, porque no permiten el surgimiento de otro tipo de cultivo, señaló el Plan Rector del Sistema Producto Palma de Aceite de Chiapas 2004-2014 de Chiapas y el Área Potencial de esa especie, elaborado por el Instituto para la Reconversión Productiva y la Agricultura Tropical.

El problema es aún más grave, pues estima una probable tendencia hacia un gran nivel de expansión de los sembradíos (hasta un millón de hectáreas) en Chiapas, el cual es considerado el estado más rico de México por sus recursos naturales y biodiversidad, pero el más pobre por su población.

Los plantíos son “monocultivos” que requieren grandes cantidades de químicos y fertilizantes para desarrollarse, y los residuos de estos químicos son arrastrados a los ríos como el Usumacinta y Candelaria, donde causan la extinción de los peces y manatíes.



Hasta ahora el cultivo de palma africana o palma aceitera fomentado por autoridades federales y estatales para la obtención de “biocombustible” sólo ha dejado contaminación en el suelo, agua, aire y efectos negativos en la salud de los campesinos que usan agroquímicos sin ningún cuidado.

Además, este estudio subrayó que cuando la planta declina a los 20 años, las tierras quedan totalmente agotadas y ya no son útiles para la agricultura. Estas plantaciones son “desiertos verdes”.

También se debe reconocer que los ingresos por cosechar esta palma son menores para los campesinos en comparación con las producciones de plátano, piña, limón, bambú o cacao.


RIESGOS ECOLÓGICOS

Debido a la exigencia de ubicación de la palma (solamente crece en clima tropical donde generalmente hay selvas tropicales con alta biodiversidad), existe el riesgo de la transformación de regiones con un valor indispensable para la biodiversidad y el clima global.

Debido a su forma de plantación como monocultivos enormes, está designada como la mayor causa de deforestación junto con la pérdida de hábitat de flora y fauna silvestre, y además causa la degradación y erosión del suelo.


RIESGOS SOCIALES

Por la expansión enorme de estos plantíos muchas comunidades rurales sufren de desalojo, rechazo al acceso a recursos naturales, y denegación de derechos territoriales


LA PALMA AFRICANA EN CHIAPAS

Las plantaciones están ubicadas en las regiones Selva, Soconusco e Istmo-Costa, en 22 municipios.

Los productores venden los frutos cosechados a las plantas extractoras de aceite, las cuales controlan la extracción de los frutos en aceite crudo, así como su procesamiento sucesivo.

En 2010, el área del pastizal ocupaba 27 por ciento del área total del estado, y para el 2030 será sustituida constantemente con sembradíos de aceite de palma. Al mismo tiempo, se asume, que el desarrollo del pasto es responsable por la conversión de áreas naturales (en este caso, se ha calculado unos 290 kilómetros cuadrados por año), así que resulta en una anual reducción de pasto entre 120 y 230 kilómetros cuadrados.

Sobre zonas naturales, la reducción del área entre 2010 y 2030 no está relacionada directamente con la expansión de la palma, sino con la de los pastos.



Sobre producción alimentaria, comercialización y dependencia, la producción impera altamente el consumo local, que resulta en exportaciones, para el 2030, la tasa de exportación estará 30 veces más alta.

Lo que significa, que esta producción bajo las circunstancias y grado asumidos, significaría un beneficio económico para el estado y también su independencia de importaciones de ese producto del extranjero.

En el tema de la ganadería, debido a la reducción constante del área de pasto, la entidad es capaz de cubrir su consumo local de carne de res con su producción local solamente hasta 2024.

Después, se requiere importar carne para satisfacer la demanda local, por lo tanto, significa que la conversión de los pastos genera un impacto negativo en la soberanía alimentaria de carne, como a la comercialización de ese producto.