La inseguridad alimentaria es una de las grandes preocupaciones globales, y el sur-sureste de México no es ajeno a este problema. En entrevista con Israel Ríos, oficial de nutrición de la FAO para América Latina y el Caribe, se abordaron los complejos desafíos que enfrenta la región, especialmente Chiapas, en relación con la escasez de alimentos y las consecuencias del cambio climático.
Ríos destacó que el mundo sigue enfrentando dificultades en la lucha contra el hambre, con alrededor de 733 millones de personas en el planeta que no tienen acceso a suficientes alimentos. De este total, 41 millones residen en América Latina y el Caribe. En México, aunque hay una ligera disminución en las cifras de hambre, el país aún enfrenta retos considerables. “México está cerca de salir del mapa del hambre, con un descenso leve en las estadísticas, pero todavía no podemos declarar victoria”, afirmó Ríos, haciendo referencia a la meta establecida por la ONU de erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria.
A nivel regional, Ríos subrayó que países como Costa Rica han alcanzado el indicador de “país libre de hambre” al reducir su prevalencia de subalimentación a menos del 2.5%. Sin embargo, la realidad en México y otros países de América Latina sigue siendo crítica, con millones de personas luchando por llevar alimentos a sus mesas, particularmente en las zonas más vulnerables, como el sur-sureste del país.
Uno de los problemas más graves que afecta a la región es el desperdicio de alimentos. En América Latina, un 14% de la producción alimentaria se pierde o desperdicia, lo que equivale a miles de toneladas de alimentos que terminan en la basura. Según Ríos, "las pérdidas ocurren a lo largo de la cadena productiva, desde la cosecha hasta el consumidor, lo que agrava aún más la situación de inseguridad alimentaria".
En cuanto a Chiapas, el biólogo destacó los impactos del cambio climático, que han afectado seriamente la producción agrícola, especialmente de maíz y frijol. La sequía y las inundaciones han obligado a los productores a adaptar sus cultivos, y la creación de bancos de semillas se ha convertido en una estrategia crucial para preservar los cultivos y garantizar la seguridad alimentaria. En municipios como Tenejapa, ya se están implementando estas medidas, pero el reto sigue siendo grande.
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Otro problema que afecta la dieta de las personas es la malnutrición, ya que el 29% de la población adulta mexicana padece obesidad, lo que se traduce en un aumento de enfermedades crónicas no transmisibles. En los niños menores de cinco años, casi el 9% sufre de exceso de peso, lo que pone en evidencia la necesidad urgente de fomentar una alimentación más saludable, y a su vez, sostenible.
Ríos también hizo hincapié en la importancia de rescatar productos alimentarios subutilizados de la biodiversidad local. "Debemos promover dietas más biodiversas que incluyan alimentos de nuestras culturas tradicionales, como los productos de la milpa, para enfrentar no solo el hambre, sino también la malnutrición y los efectos del cambio climático", comentó.
Además, la FAO trabaja en la mejora de la seguridad alimentaria de las comunidades migrantes en México, muchas de las cuales enfrentan graves problemas de pobreza y falta de acceso a alimentos. "Estamos fortaleciendo la cadena de producción y distribución de alimentos para atender a esta población vulnerable", explicó Ríos.
La FAO sigue colaborando con diversas organizaciones y gobiernos para implementar estrategias que no solo aborden el hambre, sino también los problemas de malnutrición, desperdicio de alimentos y los efectos del cambio climático en la región sur-sureste de México. La solución pasa por una acción conjunta que integre la innovación, el rescate de semillas y el fortalecimiento de la agricultura local.
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