Los huracanes son fenómenos meteorológicos extremos que se forman sobre los océanos cálidos, principalmente en las regiones tropicales y subtropicales del planeta. Su formación y clasificación están ligadas a la interacción de diversas condiciones atmosféricas y oceánicas.
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¿Cómo se forma un huracán?
Un huracán se origina cuando una tormenta tropical comienza a intensificarse. Para que esto ocurra, deben darse las siguientes condiciones:
Temperatura del agua: El océano debe tener una temperatura mínima de 26.5 °C en una profundidad de al menos 50 metros. El agua cálida proporciona la energía necesaria para alimentar la tormenta.
Baja presión: Las áreas de baja presión atmosférica permiten que el aire cálido y húmedo ascienda, lo que genera nubes y tormentas.
Cizalladura baja: La cizalladura del viento (variación de la velocidad y dirección del viento en diferentes niveles de la atmósfera) debe ser baja. Esto permite que la tormenta se organice y fortalezca sin ser dispersada por vientos en niveles altos.
Rotación: La rotación de la Tierra provoca que el sistema de tormentas empiece a girar debido al efecto Coriolis, lo que facilita la formación del ciclón.
Una vez que estas condiciones están presentes, la tormenta tropical puede comenzar a desarrollarse. El aire caliente asciende y forma nubes, mientras que el aire frío desciende, creando un ciclo que intensifica los vientos y genera un sistema cerrado de circulación de aire. Si los vientos alcanzan velocidades de 119 km/h, la tormenta se convierte en un huracán.
¿Cómo se clasifican los huracanes?
Los huracanes se clasifican según la velocidad de sus vientos, utilizando la Escala de Saffir-Simpson, que va del 1 al 5:
- Categoría 1: Vientos de 119 a 153 km/h. Los daños son ligeros, principalmente a estructuras débiles y árboles.
- Categoría 2: Vientos de 154 a 177 km/h. Los daños pueden ser moderados, con destrucción parcial de techos y ventanas, y árboles arrancados.
- Categoría 3: Vientos de 178 a 208 km/h. Los daños son severos, con la posibilidad de destrucción estructural en viviendas y edificios.
- Categoría 4: Vientos de 209 a 251 km/h. Los daños son extremos, con techos y paredes de casas arrancadas y árboles caídos que pueden bloquear carreteras.
- Categoría 5: Vientos superiores a 252 km/h. Daños catastróficos, con destrucción total de muchas estructuras y severos impactos en áreas costeras.
Además de los vientos, los huracanes pueden generar marejadas ciclónicas, lluvias torrenciales e inundaciones que agravan los efectos del fenómeno.
Con el calentamiento global, los huracanes tienden a ser más intensos, lo que subraya la importancia de los sistemas de alerta temprana y las medidas preventivas para minimizar los daños. La vigilancia constante por parte de meteorólogos y el desarrollo de infraestructuras resistentes son esenciales para proteger a las comunidades vulnerables.
Este tipo de fenómenos naturales, aunque devastadores, forman parte del equilibrio climático de nuestro planeta, y entender cómo se forman y cómo se clasifican es clave para reducir sus impactos en las poblaciones.
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