Laura Verea, investigadora del Instituto de Investigación e Innovación en Energías Renovables de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), lidera una fascinante línea de investigación que podría cambiar el panorama de la generación de electricidad mediante el uso de bacterias.
Ante esto explicó que gracias a la capacidad de determinadas especies de estos microorganismos, se puede generar electricidad, los lugares donde se pueden encontrar en el el lodo marino, ríos, suelos profundos y aguas residuales, esto gracias a su capacidad de consumir materia orgánica, realizando transferencia de electrones de la bacteria.
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Estas tienen una capacidad diferente al resto de las bacterias, ya que pueden sacar los electrones y donarlas a una sustancia que se encuentra en una solución o a un material sólido que sea conductor.
Esto se aprovecha tomando inoculo, es decir de los lugares mencionados, posteriormente se cuidan y se alimentan para proliferar la bacteria que se necesita, haciendo una biopélicula sobre el material conductor, ya sea carbono o un metal. En esta investigación están trabajando con carbono debido a que es más económico y no se corroe tan rápido como en el metal.
Una particularidad de esta bacteria es que puede oxidar los metales a su paso, por lo que si se usa un material oxidado se perdería la capacidad para conducir los electrones que sean generados, por lo que en el carbón es más difícil que se oxide.
Una vez depositados los electrones en el carbon, recorre un circuito externo hasta llegar a un cátodo formando partes de un sistema llamado celdas de combustible, al cerrarse este circuito se tiene un flujo de electrones que finalmente es la electricidad.
Esta investigación se ha observado desde hace 20 años, considerada como reciente, únicamente se ha experimentado a nivel laboratorio, sin embargo ya se han aplicado en el mar, donde hay celdas de este tipo que ya son comerciales, abasteciendo el monitoreo de climas o mareas, lanzando los dispositivos a altamar, alimentando la electricidad necesaria para los sensores de monitoreo.
Estas celdas funcionan enterradas en el fondo del mar, ahí es donde se encuentran estas bacterias que trabajan para generar la electricidad, a través del electrodo donde también utilizan carbon, ahí los cátodos están más cercanos a la superficie de la marea, haciendo más fácil la producción de electrones.
Ante esto la investigadora explicó que para abastecer una vivienda a través de este procesos se requiere un volumen de agua más grande, sin embargo puede aplicarse para dispositivos individuales a través de una celda de aproximadamente 100 ml donde a futuro se podría llegar a cargar un celular o suministrar una luminaria remplazando al panel solar, pero de manera individual no en volúmenes grandes.