La vida de un Policía Municipal suele ser dura en general, pero hay elementos como Carlos “Filipino” Escobar que, su pasión por el deporte del boxeo y su ánimo de ayudar a los jóvenes a superarse, han generado un espacio sumamente importante para este sector de la población tuxtleca que los mantiene alejados de malos hábitos, evitando que caigan en los vicios o en las garras del hampa.
Carlos Escobar, mejor conocido como el “Filipino”, inició su carrera boxística en 1985 cuando tenía apenas 11 años de edad, al entrenar en el barrio San Roque y en el deportivo Roma, donde obtuvo sus primeros conocimientos pugilísticos que fueron obsequiados por Juanito Martínez que, pare ese entonces ya tenía 75 años de edad, pero le dejó su legado.
Durante sus inicios, los principales obstáculos fueron de carácter económico, ya que los recursos para esparcimiento y profesionalización en el deporte eran escasos en ese tiempo, no obstante, logró afianzarse como el más destacado de los pugilistas locales y así se fue abriendo camino.
Su carrera no fu fácil, además de los problemas financieros, su familia no estaba de acuerdo con su decisión de convertirse en un boxeador profesional, incluso su madre se oponía a ello; pero poco a poco los convenció, fue entonces que comenzó a generar ingresos gracias a estas actividades, lo cual mejoró la situación en su entorno.
DE BOXEADOR A POLICÍA
Para 1996, Carlos decidió unirse a las filas de la Policía, en busca de estabilidad económica, social y emocional, lo que despertó en él una doble vocación; el servicio y protección a la ciudadanía se metieron en su persona remunerándole ese espíritu de servir con la estabilidad que él buscaba.
A 24 años de haberse convertido en policía, las satisfacciones son muchas, aunque también vivió momentos de riesgo; en el diario combate contra la delincuencia se ha topado con situaciones que lo han puesto a prueba en muchos sentidos, pero hasta hoy ha salido avante, con la frente en alto y sin mancharse en el espeso lodo de la corrupción, tal como lo hacía en el ring en otras épocas.
Carlos asegura que los valores para ser un buen policía, se adquieren con la educación proporcionada en el núcleo familiar, el respeto, la honestidad y la ética, todo lo bueno que uno puede recibir se refleja en el servicio público; “desafortunadamente, por uno pagamos todos, pero existimos policías que tenemos la convicción de ayudar y hacer bien el trabajo. Créeme que ya son casi 24 años en el servicio y ya tengo la piel… color azul”.
NOBLE LABOR
Al menos 40 niños y jóvenes acuden al sencillo gimnasio que el “Filipino” ha instalado en el patio de su casa con sus propios recursos, algunos materiales son improvisados, no obstante lo verdaderamente importante es el cariño que se nota que le tienen sus pupilos.
Este gimnasio ubicado a un costado de la Escuela Normal Superior en la colonia Albania Alta, recibe a todos aquellos jóvenes que están interesados en el boxeo, y tienen la oportunidad de hacerlo en un medio seguro. “La intención es alejarlos de las calles y los vicios, darles la oportunidad de superarse”.
Cuatro de los jóvenes que hoy en día entrenan con el “Filipino”, obtuvieron dos medallas de bronce y dos de plata en un torneo a nivel estatal que se celebró en las instalaciones del Instituto del Deporte del Estado de Chiapas, donde a pesar del poco tiempo que han entrenado y las limitaciones en equipamiento, pusieron en alto al estado ante competidores que llegan de gimnasios de primer nivel. Pero Carlos el “Filipino” Escobar tiene muy claro que… “El juguete no importa, lo que importa es el juego”.
Este proyecto inició hace un año y poco a poco se fueron acercando cada vez más interesados. Aquí se les piden sus calificaciones, no pagan nada, sólo su cooperación para el agua que toman para hidratarse; pero aquí procuramos proporcionarles todo lo necesario para que puedan entrenar de manera segura.
CARLOS “FILIPINO” ESCOBAR
BOXEADOR Y POLICÍA