El fin de año se selló con un abrazo y 12 uvas envueltas en deseos para los próximos 365 días; en el conteo emocionante del diez, nueve, ocho, siete hasta llegar al grito emocionado de un mejor y Feliz Año Nuevo.
Los centros comerciales lucen vacíos, mientras que algunos bares, cantinas y restaurantes alojan a los sobrevivientes de un año que se ha ido, que jamás habrá de repetirse, aunque estará ahí: en el recuerdo, como aquellos que se quedaron en sus días, como el amigo y colega corresponsal del Heraldo de Chiapas, Mario Gómez.
Algunos permanecen en casa, atados a un televisor que ofrece historias de quienes se quedaron en el año recién terminado, otros pellizcan lo que quedó del festín de anoche y que claramente, saben será el pan y la sal de los siguientes cinco días.
Niños terminan de quemar el arsenal de chispitas, cohetitos, volcanes y toda la pirotecnia ilegal que, sus padres compraron afuera de los mercados o en los cruceros, algunos quemándose un dedo, pero riéndose de esa aventura tan anhelada año con año.
En tanto, Santa satisfecho por haber cumplido su misión, los Reyes Magos en espera de hacer lo propio y poner fin a la temporada.
La ciudad luce vacía, no obstante, preparada para recibir a gentes cargadas de deseos y propósitos, también para dar cabida a quienes vieron pasar el fin de año como eso solamente, como el fin de año.